De los bares en los que hemos trabajado;
Y de los bares en los que hemos soñado.

De los bares que han sido testigos de la celebración de nuestros éxitos;
Y de los bares que han soportado más lágrimas que muchas de nuestras almohadas.

A vosotras, que habéis soportado el peso de la culpa.
Injusta cuando recae sobre quien no la merece.
Sabemos que otros creen que así la suya desaparece.

Queridos bares, terrazas, barras y pistas de baile;
Os agradecemos eternamente, por darnos tanto y no estar recibiendo nada.

Nosotros, los de siempre, esperamos con anhelo el regreso a vuestros orígenes.
El regreso a ser lo que un día fuisteis; parte de nosotros.

Y volveremos juntos;

A amortizar el café bebido en 10 minutos, con lectura de dos horas del periódico. Ese que tiene el crucigrama que tanto me gusta, aunque no pueda resolver nunca el jeroglífico.

A esperar con ansia las 18.30 de los viernes. Para llegar a ti y beberme en dos tragos largos la cerveza que llevo toda la semana esperando. Y en dos tragos cortos la conversación banal con mis personas.

A contarle a tus paredes todos los secretos que entre ellas me atrevo a verbalizar, y que tan bien me guardas. 

A secarme las lágrimas con la lija que es eso que guardas en tus servilleteros. Me niego a llamarle papel. Pero lo cierto es que, a pesar del pulido gratuito de mis pestañas, me calma estar en un sitio seguro, y eso, eres tú.

A bailar sobre tu pista hasta que se enciendan las luces de cierre, y todos aquellos cuerpos que simulaban movimientos embriagadores con Hawaii de fondo (porque seguirá sonando Hawaii), pasen a ser figuras aturdidas por la luz cual mosquito que se acerca a ella destinado a morir.

A celebrar contigo nuestro aniversario. Que el amor sabe mejor si lo acompañamos con nuestro plato favorito, y ese, solo lo sabes preparar tú.

A apoyarme sobre tu barra pegajosa por el cubata derramado por cualquier borracho. Que solucionaré yendo a tu baño, para el que tendré que hacer una cola eterna en la que puede que conozca a mi mejor amiga de esa noche.

A ver lo cortas que se hacen las horas del reloj, mientras vuelvo a contarle por millonésima vez a mi mejor amiga, la de verdad, que yo de niña vi al Rey Baltasar volando desde mi balcón.

Queremos volver a vivir todo esto con vosotros, pronto.

Nos vemos en los bares.

Marta Freire @martafreirescribe