Así, tal cual. Desde que me separé, empecé a escuchar esa frase mogollón y allá donde fuera.

Algunos no la decían tal cual, pero en el fondo venía a significar lo mismo. Hay dos ejemplos que fueron los que peor llevé y los que más me chocaron.

Primero, que me lo dijeran mis compañeros del nuevo trabajo. Todos mucho más jóvenes que yo, en sus veintipocos. No lo decían con maldad, de hecho. Fue un día comiendo todos juntos, cuando comenté que me había abierto Tinder y no conseguía conectar con nadie, que todos iban a lo que iban.

Entonces ellos y ellas me empezaron a decir que qué esperaba siendo madre, separada y con más de 30… que no iba a volver a rehacer mi vida. Que quizá con suerte podría echar algún polvo con algún tío de esos que van a lo que van pero que me olvidase de encontrar el amor de nuevo y que me acostumbrara a la nueva situación.

Vamos, flipé. No me podía creer lo que estaba oyendo. No porque fuera yo buscando el amor ni a mi media naranja ni mi príncipe azul ni nada de eso. Simplemente porque aluciné con la poca empatía y la forma de categorizarme de vieja con cargas que me aplicaron en medio minuto. Conociéndome además solo de un par de semanas. Me dio mucha pena porque en el grupo había muchas chicas jóvenes que asentían mientras una de ellas llevaba la voz cantante.

¿Eso es lo que pensamos de nosotras mismas? ¿A partir de los 30 nos convertimos en un desecho?

Y la segunda vez no sé si decir que fue peor. Había pasado ya bastante tiempo y estaba conociendo a un hombre. Estaba divorciado y tenía hijos también. Hablábamos mucho, era muy atento, había esa chispita de cuando eres adolescente. Todo el día pensando en él, pensando en verle. Pero nunca podíamos quedar, siempre surgía algo.

Yo lo entendía, las cosas con niños por ambas partes pues me parecían más complicadas en el tema de cuadrar horarios y demás. Yo me lo creía todo hasta que un día me enteré de que no estaba divorciado. Ni separado. Ni compartiendo piso con unos compañeros de trabajo como él me decía. Seguía casado y mucho. De hecho, su mujer acababa de tener un bebé. Cuando lo encaré (por teléfono, porque no habíamos quedado aún) me dijo que qué esperaba, que eso es todo a lo que yo podría aspirar. Tener un rollo con un casado porque quién me iba a querer a mí con 30 años y con cargas. 

Aquello fue una bomba y me dejó destrozada durante meses. No sé si me arrepiento o no, pero con las mismas busqué a la mujer en redes sociales y le pasé pantallazos de las conversaciones que teníamos. Después lo bloqueé de todas partes y ya no he vuelto a saber de él. Espero que, teniendo más de 30 años y con cargas, no le vuelva a querer nunca nadie.

Me gustaría terminar contándoos que se puede encontrar el amor de nuevo, pero de momento no ha sido mi caso. Aunque he encontrado algo mejor. Aprendí a quererme a mí misma y a no buscar nada en ninguna parte. Y ahora soy mucho más feliz de lo que lo había sido nunca.

La de siempre.