Llevo en una relación abierta (vamos, abiertísima) casi tres años ya, qué locura de viaje ha sido. Pero oye, para nosotros han vencido los pros a los contras, y aquí seguimos cada día haciendo de nuestra relación un lugar seguro para compartir, crecer juntos y amarnos mucho y bien.

Ahora, los primeros meses son duros, es algo que creo que todos tenemos claro cuando nos metemos en esto. ¿Por qué?

No solo ya porque es algo novedoso a lo que te tienes que adaptar, si no que tienes por delante un proceso tedioso de deconstrucción de esquemas mentales impuestos por esta sociedad monógama en la que vivimos, tienes que mejorar tu autoestima para encontrarte mejor, superar barreras y caer en los celos para volverte a levantar una y mil veces.

Creo que algo que no sabía antes de empezar y que me gustaría compartir con aquellas personas interesadas en estos modelos, es realmente el vaivén emocional que suponen. Unos días te ves como una diosa empoderada y libre, coqueteando con un chaval random en una discoteca y estás feliz, sabiendo que es consensuado con tu pareja y que es posible amar, follar y compartir intimidad con más de una persona a la vez, y hacerlo de forma ética, claro.

Pero otro día, ay Mari Loli, otro día te ves echa unos zorros, tirada en la cama con pensamientos intrusivos de mil tipos.

Estás celosa, te comparas con un vínculo de tu pareja, te sientes débil y agotada de gestionar. El monstruo de la monogamia vuelve a llamar a tu cerebro, te dice una y otra vez: ¿de verdad no quieres recuperarme? Pero yo le respondo siempre: ni de coña guapo.

Por mucho que tenga que atravesar, por muros que tenga que derribar y días chungos que pase, esto es para mí. ¿Y sabes lo mejor? Que yo sinceramente creo que es algo para todas, si ponemos energía en ello y lo deseamos de verdad. Obviamente tienes que confiar en tu pareja, saber que va a cumplir los acuerdos, y nadie te libra de un trabajo de introspección gigante.

Además, los días malos y periodos de mayor ansiedad no te los quita nadie. Pero ¿acaso no hay días malos también en la monogamia? Claro que los hay, aunque la fuente de dolor pueda ser otra.

Los primeros meses fueron una exploración continua, un “a ver qué tal nos vamos sintiendo”, pusimos mil límites y reglas (que ilusos de nosotros pensamos que servirían para contener las emociones por otras personas, en el caso que surgieran). Mira, si algo he aprendido, es que el amor y los sentimientos románticos no se pueden retener, si los controlas saldrán por otro lado, pero para nosotros llegó un punto en que no tenía sentido que siguiéramos tan tajantes con algunas normas.

Ojo, con esto no quiero decir que no pueda haber relaciones abiertas solo para lo sexual, pero también digo que si hacéis esto os exponéis directamente a que surjan emociones profundas por quienes metéis en la cama. Pero cuando yo pienso sobre esto siempre llego a la misma conclusión: en la monogamia también nos enamoramos de otras personas, y sin habernos acostado con ellas.

Si tu pareja se enamora de otra persona, sea el tipo de relación que sea, ocurrirá igual, así que para qué poner límites a que esto pase. Ahora, vivir que tu pareja se esté enamorando de otra persona, es salirse de la teoría y vivir una hostia fuerte.

Las primeras relaciones que tuvimos fuera de nuestra pareja eran amigos cercanos a quienes apreciábamos mucho, nos sentíamos atraídos y pactamos tener relaciones sexuales con ellos sin que fuéramos a ir más allá.

Después, uno de mis vínculos me dijo que se estaba pillando por mí y que cogería distancia para no sufrir, porque sabía qué tipo de pactos teníamos mi chico y yo. Vale, lo acepté genial, seguí con mi vida y yo también me distancié un poco. Fue entonces cuando me mudé a otro país, y no sé si fue por añoranza, deseo, amor o todo a la vez, empecé yo a sentir cosas muy bonitas también por él, y se lo dije a ambos.

Mi pareja lo aceptó bien, no sin pasar por sus propias inseguridades y fantasmas. Lo hablé con el otro chico pasado el tiempo, y hemos podido volver a quedar, acostarnos y enamorarnos. Así, de dos personas a la vez. Y qué felicidad.

Ahora viene la parte jodida, mi pareja se enamoró de una chica al poco después. Uff, what a rollercoaster baby.

Fue intenso, duro, hubo días de mierda, de lloros, de inseguridad, de sentir que hablaba demasiado con ella por teléfono y yo verme desplazada, de que quedase con ella y yo le diera vueltas a la cabeza, de compararme porque ella es más tal o más cual (chorradas chica, somos todas increíbles y punto).

Otros días todo era fabuloso, me encontraba genial, quedaban juntos y yo me quedaba en casa tan pancha y a gustico viendo una peli que tuviera pendiente y disfrutando de mi tiempo libre. Y de repente se me cruzaba otro pensamiento jodido. Y me iba a duchar. Y me imaginaba un trío con los dos y me ponía cachonda, y luego insegura, y luego triste, y después feliz. Y al final del día agotada, claro.

¿Qué aprendí en todo este revuelo emocional? Que es natural sentirse de formas contrarias, que da miedo y levanta todos tus demonios, pero amar de forma libre es la mejor manera de amar, y con este modelo relacional tengo super claro que si él se queda a mi lado, es porque lo decide libre y conscientemente cada día. Y así quiero que siga.

Te falta perreo.