Esta es la típica historia que desgraciadamente había escuchado alguna vez en noticias o por boca de personas conocidas, la típica historia que una no piensa que le puede tocar pero sí, me tocó. Esta es la historia de cómo sufrí acoso en el trabajo.

Llegué de nuevas a un trabajo en el que tenía varios compañeros, la mayoría de primeras muy agradables y simpáticos. Si necesitaba cualquier ayuda ahí estaban para enseñarme y ayudarme en todo lo posible. El primer día se ofrecieron unos cuantos compañeros para salir a tomar algo cuando acabáramos el turno y así presentarme un poquito mejor, una forma de integrarme en el grupo. Yo encantada acepté la invitación y así hicimos, nos fuimos todos al karaoke. El grupo estaba formado por gente de todo tipo pero si que es cierto que hice muy buenas migas con un par de chicos por tema de gustos, eran unos frikis y en ese campo me desenvuelvo que da gusto. 

Esa noche la verdad es que no noté nada raro ni fuera de lo normal, estuvimos hablando y conociéndonos como lo haría con cualquier persona, pero uno de los chicos al parecer (según él) malentendió mi actitud. 

Al día siguiente notaba como durante el turno esta persona estaba más conmigo y me dejaba caer frases sexuales y un poco de mal gusto que no venían a cuento. Pasé del tema la verdad y volvimos a salir esa noche pero esa vez éramos menos personas. Llegó el momento de irme a casa y este chico me acompañó hasta la puerta de mi casa. Se me lanzó y yo me aparté.

Le comenté que además de que en ese momento tenía pareja la verdad es que no sentía atracción ni por él ni por nadie, que yo simplemente iba a trabajar y que estaba encantada de que fuéramos amigos. No sé si fue ese comentario mío pero a raíz de ahí el tema empezó a pasarse de castaño oscuro. Al momento me reprochó que cómo iba a tener pareja si yo no hacía más que insinuarme y calentarle. No sé en qué momento esta persona entendió eso en mi actitud o mis palabras o mis actos porque en ningún momento le di pie a nada, simplemente quería tener colegas en el trabajo y que hubiera buen feeling.

Al día siguiente el panorama era muy distinto, ese chico ya no volvió a trabajar allí. Aliviada porque ese tema no fuera a más (yo ya había informado a mi pareja de todo esto) veo como noche tras noche ese chico iba a la hora del cierre del local a esperar en la puerta con la excusa de ver a sus antiguos compañeros. A mi se me revolvía bastante el estómago y empecé a quedarme a dormir en casa de mi pareja porque un par de noches me siguió hasta casa alegando que sólo quería explicaciones de por qué no me gustaba y que porqué le había hecho ilusiones.

Todo eso fue a peor cuando empezó a haber insultos de por medio llamándome calientapollas, puta y semejantes. Una noche (la definitiva gracias a Dios) vino y se sentó durante horas en la barra para verme trabajar, ni siquiera estaban los que consideraba que eran sus colegas en el trabajo. Angustiada le comenté el tema a mi encargada que quiso quitarle hierro al asunto diciendo que ese chico no estaba muy bien pero que no sería para tanto.

Me bajé al baño porque me dio un ataque de ansiedad al ver que tenía que soportar eso hasta que se cerrara y a saber cuánto tiempo después. Al salir del baño estaba él allí, esperándome. Nada más verlo me volví a meter, llamé a un compañero de trabajo que estaba arriba y también llamé a mi pareja que vino enseguida. Fue aparecer mi pareja y se fue. Recogí mis cosas y nos fuimos a casa.

Sí que es cierto que en ese momento tenía que haber ido a la policía, mucha gente me intentó convencer de ello pero quise pensar que no era para tanto. En realidad si que quedó ahí porque a partir de ese día el acoso fue para la que era mi pareja en ese momento, este chaval iba a su trabajo para explicarle que todo era culpa mía, que él no quería malos rollos pero que yo era una calientapollas y que vigilara muy bien con quién estaba saliendo porque seguro que lo estaba engañando. Trifulcas y amenazas después esta persona desapareció del mapa y de mis pesadillas.

Os cuento todo esto porque no hay que llegar a ciertos límites, bueno qué coño, a ningún límite. Al mínimo indicio de acoso o de algo similar hay que levantar la liebre y echarle narices. No actuéis como yo, que mira que conocía algún caso y pensaba que sabía como tenía que actuar, pero llegado el momento me paralicé y no supe reaccionar. Yo no soy un ejemplo, el acoso en el trabajo y en todas partes hay que denunciarlo.

 

Sandra Regidor