Llevaba saliendo con mi novio cerca de un año. Todas sabemos que al principio de la relación todo es bonito gracias al enamoramiento máximo que sentimos y la verdad que entre nosotros también era así. 

A él le empezó a interesar el mundo fitness y entrenaba bastante, seguía un plan nutricional…Yo en ese tema siempre he ido mucho a mi bola porque he estado conforme con mi cuerpo y nunca me ha supuesto un problema en cuanto a salud. La cuestión es que él, para mi gusto, se empezó a obsesionar bastante con su físico y con el peso y empezó a hacerme comentarios a mí sobre el tema. Como digo, seguramente algún que otro kilo me sobraba pero nunca me había preocupado por ello pero él me sugería apuntarme con él al gimnasio, que me dieran a mí también un menú…

Al principio pasé del tema. Pensé que se le pasaría y no le daríamos más importancia pero llegó un momento en el que empezó a hacerme comentarios directamente sobre mi físico. Evidentemente en ese momento yo estaba tan, tan, tan pillada por él que no me di cuenta lo manipulador que estaba siendo pero bueno, en fin. Empezó a decirme que notaba que no me deseaba igual, que si “fíjate esta barriguilla”, que si tenía la piel más flácida, que lo decía para que me viera mucho más guapa…Mogollón de cosas que, oyéndolas de continuo, empezaron a generar unos conflictos con mi cuerpo que en la vida había tenido. 

Decidí ir a una nutricionista para que me ayudara a adelgazar. Imaginaros que, cuando me vio, lo primero que me hizo fue una especie de test para identificar si sufría un TCA porque me dijo que con mi peso y mis medidas, adelgazar no era algo que necesitara. Yo le insistí en que estaba bien y solo quería “comer mejor” y empecé una dieta. Empecé a adelgazar bastante rápido y notaba que él me halagaba más, me decía todo el rato lo guapa que era, estaba más contento, follábamos más…Llegó un momento en el que me costaba seguir la dieta porque estaba acostumbrada a comer lo que quería cuando quería sin rallarme más y la verdad que no me molaba estar haciendo algo así por nuestra relación pero a la vez estábamos tan bien que hacía la vista gorda. 

Entonces me estanqué. No perdía más kilos porque mi cuerpo estaba en un peso idóneo y no tenía necesidad de bajar. Se lo comenté a él y empezó a ser súper borde conmigo. Yo no entendía nada y me afectaba muchísimo estar mal con él pero empezó a pasarse bastante haciendo comentarios sobre mi cuerpo súper despectivos hasta hacerme llorar, incluso dejándome en ridículo delante de nuestros amigos o dejándome de hablar de repente. No me daba cuenta lo manipulador que estaba siendo y lo irracional también: ¿Tratarme mal por no adelgazar? ¡Es de locos!

Fui a la nutricionista para pedirle adelgazar más y ese fue el momento en el que saltaron las alarmas. Ella me dijo que no iba a hacerlo y me soltó una charla intensa de que podía acabar fatal si seguía con esas ideas en la cabeza.

Nuestra relación siguió un tiempo más, a rachas mejores y rachas peores, en las que él seguía con sus movidas del cuerpo fit y sus comidas proteicas como si se fuera su vida en ello. Yo me aferraba a los momentos buenos y a mi parecer las cosas estaban volviendo poco a poco a la normalidad, hasta que un día recibí el mensaje de una chica que me mandaba conversaciones súper guarras con mi novio. 

El tío llevaba siéndome infiel meses con ella y yo haciendo dieta para adelgazar y gustarle más. Ole que ole. En ese momento me acordé de toda la acelga hervida que me había tenido que comer a disgusto para conseguir que el chaval me echara un polvo a malas penas y quise tirarle por el retrete todos los polvitos proteicos de la despensa para no cometer un crimen pasional directamente.

Así que nada, amigas, esta es una historia para que no hagáis gilipolleces como estas por un tío ni os dejéis manipular por sus zascas disfrazados de amor. El que te quiera, que lo haga con lo que eres hoy y sino que le den, por favor. Nadie tiene derecho a cambiar quienes somos por sus caprichitos o sus movidas y mucho menos hacerte pasar hambre gratuitamente. Con el hambre no se juega. 

Besitos.

 

Anónimo

 

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