Desde que somos enanas siempre hemos jugado a imaginarnos las cosas. Cómo seríamos de mayores. Si nuestros hijos irían al mismo colegio, si aguantaríamos un mes seguido yendo al gimnasio. Si tras 20 años viviendo en el mismo sitio, seguiríamos quedando los sábados en el garito de siempre, cambiando los cubatas de litro por  los cafés con leche.

Y ayer, a bocajarro, me dices que te vas, que «es por trabajo». Joder. Que te vas en 15 días. Que te vas 2 años. Que te vas a otro país, a otro continente. ¿Cómo coño cruzo yo un océano cuando necesite un abrazo tuyo?

Lo sé. Soy una dramas. No se te has muerto. 2 años no son nada. Es una oportunidad. Y bla bla bla. Lo siento pero no me consuela. No me consuela ni pensar que habrá una habitación para mí y que habrá playas de agua cristalina. Yo te quiero aquí, en nuestro Mordor, en nuestra playa y en nuestro garito cutre.

31 años juntas. Defendiéndote en el recreo, celebrando cumpleaños donde siempre había pizza y chuches de pica pica. Haciendo coartadas, ensayando coreografías que jamás llegamos a enseñar a nadie (gracias a Dios), consolándonos por culpa de algún imbécil. Tú llevándonos en coche a las 5 de la mañana y yo cambiándote los tacones por el zapato plano. Años de playa, sillas de patrona y selfies perfectamente estudiados. Tu boda. Mi boda. 31 años mandándonos a la mierda y reconciliándonos.

 

Y no quiero que me entiendas mal y que pienses que soy una “maldita egoísta de mierda” pero  es que no quiero que te vayas… pero tampoco quiero que te quedes.

¿Cómo carajo se supone que voy a quejarme de un día de mierda en el trabajo, con esa diferencia horaria? ¿A quién voy a llamar para decirle que necesito Ruffles de Jamón? ¿Quién va a ejercer de líder y reunirnos a todos por sus santas narices? ¿Cómo supero yo un carnaval o un cumpleaños sin ti?

He escupido tanto para arriba que me ha caído en la cara por idiota. Cuántas veces me habré cagado en todo cuando me llamabas un sábado a las 10 de la mañana… O cuando me contabas alguna pijada por teléfono durante 2 horas. Cuántas veces me has enfadado como una mona porque no razonas un carallo, ¿eh? obtusa de las narices…

Y ahora ¿qué? ¿Cómo aprendo a vivir sin ti?

Podrá haber continentes, océanos, años, wifis de mierda de por medio… que pienso seguir a tú lado hasta que nos hagamos viejas y nos vayamos a comer churros con chocolate los domingos… Pero… cómo te voy a echar de menos HERMANA. <3