Aún no he superado esta historia y apenas puedo hablar de ella. Cada vez que lo he intentado con mi gente cercana, he acabado hecha un mar de lágrimas y sin poder continuar. Me duele demasiado. Así que todos ellos conocen solo la historia a grandes rasgos y sin detalles. Ya os digo que he sido incapaz.

Pero necesito desahogarme y sentir que he soltado todo, que lo he sacado de dentro de mí. Quizás así consiga que cada vez duela menos y empezar a pasar página… Así que lo voy a intentar por escrito. Os siento a todas como amigas, pero al ser una comunidad anónima y no poneros caras, seguramente me cueste menos.

 

quedar con mis amigas

 

Llevaba ocho años casada y tres de noviazgo. Él, a mis ojos, era el hombre perfecto. Yo venía de una relación anterior marcada por la infidelidad continua de mi ex. No es que hubiera tenido un desliz, es que era por costumbre, claro, y con cualquiera, por el mero hecho de cerdear y tener sexo.

Cuando conocí a mi marido me deslumbró su forma de ser. Cuando lo conocí de verdad, quiero decir, después de bastante tiempo.

Era un hombre maravilloso: cariñoso, con valores, de palabra, honesto, trabajador. Me sentía muy segura de su fidelidad y ponía la mano en el fuego en que no era capaz de mirar o tontear a otra mujer que no fuera yo.

Efectivamente, así era… Tonta de mí que no me di cuenta del por qué.

 

 

Nuestra relación era maravillosa, nuestra complicidad y entendimiento mutuo. Conforme pasaba el tiempo, cada vez nos sentíamos más unidos y por eso nos acabamos casando.  Una vez hubo convivencia, la cosa continuó de la misma manera: para mí, era el hombre perfecto.

Pero hace unos pocos meses, todo se fue al traste. Nunca noté nada raro, supongo que de hecho os preguntaréis cómo no me di cuenta de que le gustaban los hombres: no os puedo decir, imagino que nunca se me hubiera pasado por la cabeza. Él era un hombre afectuoso, con mujeres y hombres, con cualquiera con quien mantuviese un vínculo. Muy de abrazos, de besos, de no mostrar ningún tipo de complejos, ¿era eso tan raro?

En el sexo, también funcionábamos bien. Es cierto que la frecuencia de nuestros polvos quizás no era tanta como la de otras parejas, pero yo creía que simplemente era porque ambos éramos compatibles también en este aspecto y no necesitábamos tanto como otros… Cuando lo hacíamos los dos disfrutábamos y quedábamos muy satisfechos. Compartíamos nuestras fantasías y NUNCA me comentó que estar con alguien de su mismo sexo fuera una de ellas.

El caso es que hace muy poco, me dejó. Después de tantos años, y sin que yo sospechase nada o hubiese cambiado en modo alguno su comportamiento, un día me dijo que se iba de nuestra casa, que llevaba tiempo pensándolo y no era feliz, que quería el divorcio.

 

 

Yo no me lo podía creer y traté de entenderle, de buscar explicaciones y de luchar por arreglar lo nuestro si existía alguna posibilidad. Necesitaba saber si había una tercera persona, y él lo negó. Él me dijo que no lo intentase más, que lo sentía muchísimo pero lo tenía muy claro.

Se fue de casa, también entre lágrimas, como yo. Yo entré en tal estado de ansiedad y de no entender nada que no podía dejar que la cosa acabase así. Necesitaba saber POR QUÉ, QUÉ Y CUÁNDO HABÍA PASADO todo esto que no había visto venir.

La persona más importante de mi vida, mi compañero, se iba de mi lado de un día para otro y yo no estaba preparada.

Así que aún le llamé y le escribí varios días. Le pedía que, por favor, se lo pensase, que quedásemos para hablar. Solo necesitaba verle, darle un abrazo, no perder de golpe todo lo que me daba y que era alimento para mi corazón y mi alma durante tantos años.

 

 

Él, sabiendo que sería peor, al principio no quería materializar ese encuentro. Pero obviamente me apreciaba y, por lo visto, en el fondo sentía que me lo debía. Así que una semana después de irse de casa, aceptó a vernos en un bar para tomar un café y hablar de todo esto.

Y ese fue el día en el que todo se terminó de romper dentro de mi…

Casi me muero cuando le veo aparecer, tan guapo como siempre. Estaba acostumbrada a disfrutar de su mirada, de su sonrisa, todos los días desde hacía tantos años que me dio un vuelco el corazón cuando volví a hacerlo después de tantos días. Nos dimos un abrazo muy sentido del que yo no me quería despegar. Él, con mucha delicadeza, lo acabó haciendo y al fin nos sentamos a hablar.

Poco después, yo estaba llorando de nuevo y rogándole que volviéramos. A él le veía pasarlo mal, pero me sentía tan ansiosa y desesperada que era incapaz de aceptarlo, de respetarlo.  NO PODÍA SER. Si estábamos bien, si siempre estuvimos muy bien, si siempre fuimos una pareja EJEMPLAR…

 

 

Llegó un momento que vi que su negativa era un muro que no conseguiría cruzar. Entre lágrimas, me agarré a lo único que me quedaba: el tiempo.  Le dije que se tomase todo el que necesitara, que siempre le esperaría, que yo creía en lo nuestro y seguro que acabaría cambiando de opinión.

Cómo me vería el pobre que se armó de valor y decidió cortar con esas vanas esperanzas para siempre. Me dijo que no podía permitir que yo misma me estuviese haciendo tanto daño al no aceptar la realidad, y que iba a decirme por qué era imposible lo que le estaba planteando: HABÍA DESCUBIERTO QUE ERA GAY. Hacía muy poco tiempo, de hecho. Y sí, se había enamorado de otra persona que había conocido hacía poco tiempo: EL HOMBRE DE SU VIDA.

Me confesó que, incluso si esta historia no prosperaba, ya no era capaz de imaginarse con una mujer. Que yo era la persona más importante de su vida, que siempre me querría y siempre había sido real nuestro amor, pero no de la manera que él se pensaba.

Yo no me lo podía creer, sentía como si me estuviese contando una película ajena a nosotros. Así que seguí en mi estado de negación. Me faltó taparme los oídos y cantar LALALALALA.

 

 

Me aferré a la que ya sí que veía como ultimísima posibilidad: que fuera bisexual. Así aún tendría posibilidades de que regresase a mi vida. Él movió con dulzura su cabeza y me dijo que no, que tenía que aceptar que era GAY y ya no iba a haber marcha atrás.

Obviamente, tuve que aceptarlo aunque ya veis que todavía no lo he superado. Él se ha portado maravillosamente conmigo todo este tiempo, ha estado pendiente de mí desde la distancia y siempre me ha dicho que le encantaría que siempre fuera parte de su familia, una vez que ya no me duela tanto todo esto.

También ha demostrado un valor admirable: después de tantos años, no solo ha salido del armario ante mi sino ante todo su entorno familiar, amistoso y laboral. Ha presentado oficialmente a su nueva pareja a pesar de saber que iba a ser un escándalo. Pero ha demostrado que no quiere hacer más daño engañando a nadie, que tiene que ser consecuente.

 

Historia de una lectora reescrita por una colaboradora

Envía tus historias a [email protected]