Que te diagnostiquen apnea del sueño con 26 años y te digan que tendrás que dormir con una mascarilla pegada a la cara, en su momento te parece la mierda más grande del mundo.

“Ya decía fulanito que roncabas»…

Y poco se habla de dormir con Cpap en los perfectos mundos de las RRSS. No sé si porque soy la única tía que ha tenido esa suerte, o porque es un tema que nos da vergüenza revelar.

Porque estás soltera y en edad de merecer, y después de una noche de sexo esporádico, sabes que sólo tienes dos opciones, o quedarte en vela en una posición en la que te aseguras respirar estupendamente si te duermes, o pasar de todo y roncar a pierna suelta rezando porque tu affaire tenga un sueño profundo. ( La opción de ponerte la máquina para dormir ni la contemplamos you know)

Y llega el día en el que tu cerebro te pide que lo oxigenes en condiciones, y valoras más dormir 6h bien, con su fase REM y sus cositas, que creer que duermes 12h y no ser capaz de espabilarte en todo el día.

Porque no es bonita ni afrodisíaca, pero la calidad de vida que ganas con un buen descanso no está pagada. Es como las gafas al miope, la necesitas. PUNTO.

Así que llega ese día en el te asumes y te respetas, e informas al que va colechar contigo de lo que hay, y te da igual si lo que acabas de decirle le escandaliza o no.

No es fácil, ¿eh? Son años de complejos y tabúes. Noches de elecciones entre: ¿ronco? ¿Me pongo la máquina? ¿Me piro de aquí?….¿le digo que se pire y quedo como una localcoño?

Calentamientos de cabeza continuos que sinceramente no compensan.

Por suerte para mí, duermo con alguien que me hace la cucharilla por las noches, me abraza y es suficientemente consciente y maduro cómo para decirme:

-Te estás durmiendo pintxo, no te duermas sin ponerte la Cpap.

Miriam Moreno

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