Hoy España, y el mundo entero, se enteró, que por desgracia, el final para las pequeñas de Tenerife no ha sido el final feliz que todos desearíamos.

Apareció el cadáver de Olivia.

Y yo, y quizás desde que soy madre de una pequeña, valoro aún más si cabe el feminismo e intento luchar contra toda esta lacra que es la violencia de género y el machismo.

Uno de estos tipos de violencia, y que posiblemente mucha gente no conoce, es la que se designa como violencia vicaria.
Se trata de un tipo de violencia en que el agresor (Pareja, ex-pareja) hace daño a la mujer en lo que más quiere, que son sus hijos.
Los tratan como meros objetos con el fin de herir a la mujer.

 

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Un tipo de violencia silenciosa, psicológica, muy complicada de demostrar y que puede ir desde hacer daño a los hijos psicológica o físicamente y, en el peor de los casos, la muerte de los pequeños y pequeñas.

Hoy, más que nunca, el feminismo nos une para apoyar, arropar, intentar ayudar a levantarse o a tirarnos al lado de esa madre, de esa mujer que confió lo que más quería a un maltratador, a un asesino; por desgracia confío en el padre de las pequeñas.

Desde el primer momento su optimismo, sus ganas de afrontar esta situación con esperanza, de confiar en la humanidad de un inhumano, contagió a todo aquel que la conocía y también a los que no.

Beatriz, no te conozco, seguramente no te conoceré nunca; pero te abrazo, desde la distancia.

A vosotras, pequeñas, cuidad desde donde estéis de mamá, porque ella no ha dejado de hacerlo por vosotras.

Y a ti, el que pretendía llamarse padre, ojalá si existe vida más allá, pagues todo el daño que has hecho a tu ex-mujer, a vuestras familias, y sobre todo, a las que tú llamabas hijas, pero que nunca se merecieron una persona tan mala como tú en sus cortas vidas.

Secaré las lágrimas, de rabia, impotencia, angustia y dolor, y ojalá fueran las últimas que derramo por culpa de la violencia de género.

Ni una menos, ni una más.

Karla Cid, @karla_specialk