Cuando creé mi cuenta de Instagram lo hice como todo el mundo. No pensé en qué tipo de contenido quería ver y simplemente comencé a seguir a personas que eran conocidas y que la misma red social me recomendaba.

Muchas de esas cuentas eran cuentas de chicas influencers que basaban su contenido en su estilo de vida, estilo de ropa o viajes. Nunca me cuestioné porqué la gente seguía estas cuentas y me sumé a la masa. Claro, además, seguía a conocidos de mi entorno. Vamos, lo típico.
Con la pandemia y el fin de mundo, pues bueno… me vi pasando muchas horas en Instagram (de manera cuestionable)
Ni si quiera me daba cuenta del contenido que consumía, me metía en la página de recomendados y me tragaba lo que me echaran, así de claro.

En Septiembre 2020 llegué a un punto en el que: Sólo utilizaba la aplicación de Instagram para sacarme fotos ¿Por qué? Por los filtros. Cada vez que hacía skype con mi chico me veía en la pantalla al natural y me sentía horrible.
Empecé a evitar mirarme en los espejos y es que al final, llevaba casi un año consumiendo contenido de chicas que parecen súper modelos y que tienen una vida de ensueño cuando yo tengo sobrepeso, me salen 2 granos cada vez que me baja la regla y trabajo de 9 a 6.

Me plantee responsabilizarme de esta conducta que no era sana para mi mente.

Implementé 3 conductas nuevas que me han cambiado la vida y me han permitido disfrutar de Instagram de una manera más saludable:

1- Dejé de alimentar mi mente con contenido basura

Lo que no es sano para mí no quiere decir que lo no lo sea para ti ¡Ojo con esto! Me paré a analizar el tipo de cuentas que seguía y cómo me hacía sentir ese tipo de contenido. Había cuentas que me empujaban al consumismo irracional de moda y otras cuentas me hacían sentir miserable por no poder hacerme un viaje cada mes.

Además, dejé de seguir a todas las preciosas Instagrammers que basan su contenido en su imagen física. ¿Por qué? Porque el éxito de una mujer no debe basarse en su maquillaje o su look y BAJO MI PERSPECTIVA, lo que promueven este tipo de cuentas es: la sexualización del género femenino, la estandarización de cierto tipo de mujeres y el acceso ilimitado y violento a la vida de una persona que desconoces. ¡Hice una limpieza que alucinas!

2- Empecé a seguir a cuentas que me aportaban valor

Lo mismo, yo veo valor en cierto contenido y quizás tú no. Todo esto ya sabemos que es muy subjetivo. A mí siempre me ha gustado la fotografía de la naturaleza, la música y la pintura, así que comencé a seguir a cuentas de personas no profesionales que sacan unas fotos preciosas, a pequeños artistas con mucho talento que fui descubriendo por el camino y a personas que ilustran. Además, como mujer de talla grande y a modo de experimento, comencé a seguir a varias Instagrammers de talla grande.

No puedo explicarte cómo ha cambiado mi día a día ¡De verdad que no! Cuando mi feed estaba lleno de mujeres perfectas a las que les editan hasta las pestañas, me sentía diferente, un bicho raro. Pero ahora siento que no estoy sola, que mi cuerpo es normal y que existen mujeres de todos los colores y tamaños. Y ESTO SEÑORES, HA CAMBIADO MI VIDA.

3- Mandé los filtros a la mierda

No es normal que me mire en un espejo y prefiera lo que veo en las stories de mi Instagram. Me propuse firmemente no volver a utilizar un filtro que modificara mis rasgos y un año después sigo firme a mi palabra.
Muchas veces veo que mis amigas los utilizan y las veo monísimas, pero mira, yo paso sinceramente.

No necesito modificar mi cara para hacer creer a nadie que soy algo que se considera mucho mejor de lo que yo ya soy: PASO.

Mi relación con Instagram ha mejorado mucho en este último año y la verdad que ahora, es para mí, una herramienta que me ayuda a conectar más con personas de mi entorno. Además lo que adoro de esta red social es que gracias a sus recomendaciones, descubro muchos pequeños artistas de los que disfruto un montón. Por no hablar de las fotos más maravillosas que veo a diario.

M.Arbinaga