Aún no ha terminado de sonar el último tono de mi alarma que ya busco el móvil. Mis ojos no se han acostumbrado a la luz. Mi cerebro aún no sabe si prepararse para un  lunes terrible o para delicioso sábado. Pero, por inercia, mi mano ya ha cogido el móvil.

Así despierto cada día desde que Instagram llegó a mi vida. (Y estoy segura que tú también)

Mi día empieza introduciéndome en las vidas de los demás. Sin ni siquiera llamar a la puerta de sus casas puedo saber qué hicieron la noche anterior, con quién estuvieron, qué música escucharon y qué cenaron.

Nos hemos acostumbrado a ser voyeurs. A ver y a ser vistos. 

Esta reflexión hizo que me preguntara cómo me sentiría si eliminara esa app de mi iPhone y, por lo tanto, de mi vida. Así que, cuál Samanta Villar, me dispuse a vivir mi vida sin Instagram durante 21 días.

Este texto lo estoy escribiendo al finalizar la primera semana.

Lo primero que noté fue la de ratos muertos en los que por no saber qué hacer me ponía  a cotillear la vida de los demás. Sólo los que no tienen una vida que les llene se llenan de la vida los demás.

Lo segundo fue echar de menos las personas a las que seguía. Tanto a amigos como a Influencers. De los amigos tiene un pase, pero ¿de verdad me importa cómo le van las vacaciones a alguien que ni siquiera conozco?

Tercero.  Noté que cada vez que estoy haciendo algo “instagrameable” tengo la necesidad de compartirlo. Cómo si por el hecho de no enseñarlo al mundo el momento perdiera calidad.

Caso real: miércoles por la tarde. Llueve. Mi marido y yo en el jardín. Escuchamos y cantamos música de los noventa mientras bebemos una copa de vino refugiados en el porche. En vez de disfrutar de ese pequeño trozo de nirvana, me sorprendo pensando: ¡Qué lástima no poder colgarlo en Instastory! ¿En serio, G?

Mi última reflexión en esta primera semana “limpia” ha sido la de no echar de menos (para nada) esa eterna insatisfacción que  produce Instagram. Esa terrible creencia de que tu vida no es suficiente. Esa comparación constante. Esa envidia.

Y como si de una clase de yoga se tratase, ofrezco estos mantras para terminar la primera semana Instagram-free:

“No necesitamos saber constantemente que hacen los demás. No necesitamos que los demás sepan lo que estamos haciendo.”

“En los mejores momentos no hay tiempo para hacer fotos”

“Cuando estás bien no necesitas que los demás lo sepan”

 

Georgina Viñals