Manda carallo que la misma semana en la que Vera Wang dice que «Las novias más guapas son  aquellas que se sienten más cómodas», llegue la Señora Lomana y se corone con este  desafortunadísimo tuit

 

Todas sabemos que Julia Janeiro ha cumplido dieciocho años. Hace unos días leía aquí, en  Weloversize, un artículo en el que se le daba la bienvenida a la mayoría de edad y al mundo de la  crítica gratuita, al de ser mirada con lupa por existir y, desgraciadamente, por ser mujer, porque no  recuerdo llegada a los dieciocho de ningún varón que se haya examinado tan exhaustivamente. 

Efectivamente, las hienas han salido a pasear. No solo he oído críticas de Carmen Lomana, pero es  que ella, no contenta con echarse encima a medio Twitter y parte del extranjero, se ha reafirmado  diciendo que «A estas niñas jovencitas alguien tiene que enseñarles a vestir». Carmen, tú no, gracias.

Voy a intentar dejar a Julia a un lado, pero es que, si me encabrono con las palabras de la pseudo  divina, cuando pienso que se las dirige a una chica de dieciocho años, me encabrono aún más. Porque  todas hemos tenido esa edad y un “estás más gordita”, “qué de granos te han salido” o “¿dónde vas  con esas pintas?” te podían hundir en la miseria. Y no olvidemos que su aspecto para un día tan  importante, probablemente lo lleve planificando desde medio año atrás. Que yo por lo menos  empezaba el miércoles a sacar ropa del armario para ponérmela un sábado y seguro que no me quedo  sola levantando la mano. Me da ternura. 

Nunca he entendido la necesidad de criticar los mejores y peores looks de “X” alfombra roja  (mayoritariamente a ellas, claro). Tampoco por qué, si un vestido me gusta, no puedo usarlo de día  porque es negro o largo; me gusta, me queda bien, me lo pongo y punto. Si me maquillo más o me  maquillo menos, si llevo las uñas mordidas (sí, soy) o cuidadas.  

Me gustaría saber qué escribiría la Señora Lomana sobre mí viéndome vestida desde marzo de  2020 en chándal, menos los domingos, claro. Los domingos me vengo arriba y saco las lentejuelas, la  purpurina, la plataforma y me voy a tomar el vermú. En mi pueblo me llaman la del Estudio 54 y  estoy más que contenta porque me lo dicen con cariño y porque voy así porque me da la real gana,  porque estoy cómoda en chándal o con plataforma a media mañana, porque me paso las etiquetas y  los protocolos por donde me paso la esponja todos los días y porque lo mejor es que nadie se ha  atrevido a decirme que a dónde voy así vestida. Pero claro, tengo exactamente el doble de edad que  esas niñas jovencitas a las que se refiere esta señora, así que supongo que ya estoy por encima de eso. 

Yo creyendo que habíamos evolucionado y SORPRESA, no. Carmen Lomana tenía que venir a  darnos una opinión que nadie le ha pedido. Una señora que se metió en una bañera enseñando carne,  de esa manera tan vulgar que dice ella, a comerse una hamburguesa a la parrilla, como le gusta, y nadie le ha dicho nada. 

@loryzepam_