Querida Silvia,

he tardado en encontrar durante mucho tiempo mi espacio por encima de todas las cosas. Por encima de mis obligaciones, de mi familia de mis parejas de mis dramas, en definitiva de mi.

Y cuando te sientas y respiras y decides hacer un Marie Kondo emocional, encuentras hueco.

El espacio que nos merecemos está por encima de todo, de toda la mierda y el fango que nos pueda rodear. Por encima de todo, bien arriba coronado, con bandera blanca pero preparado para la batalla.

Preparado para la batalla porque mantenerte firme y fuerte no es fácil, es un trabajo diario. Y hay días que ni siete películas en Netflix ni tres copas de vino salvan la guerra. Tampoco cambiar de peinado y color ocho veces en dos meses hace que la cabeza sobre la que está el pelo sea diferente, y puedas cogerle algo de cariño más rápido.

Y es que querida el amor propio se construye de dentro hacia fuera, se construye cuando lloras de rabia, cuando te meas de risa o cuando chillas de dolor, pero sin miedo.

El miedo, es mejor hacerlo desaparecer cuanto antes. El miedo no nos construye,destruye.

El miedo a mirarte al espejo, a valorar cada centímetro de tu piel, nos oxida.

El miedo a decir lo que piensas, nos acaba haciendo mudos.

El miedo a quererte, impide que podamos querer a alguien.

 

 

Silvia, el amor propio no se hace fuerte sola en casa, se hace fuerte con otros compañeros de batalla.

Tus amigas, que lloran, que chillan igual que tú. Que se despiertan por las mañanas y dicen delante del espejo : “qué he hecho yo para merecer esta cara de uva pasa hoy”.

El amor propio se construye sin vergüenza, con coloretes rojos de haberte masturbado, conociéndote a ti misma antes que al resto.

Poniéndote esas bragas bonitas que te compraste y nunca te pusiste y recordándole a quien está delante del espejo, que nadie las va a llevar mejor que ella.

@alchocc