Casi pongo los cuernos a mi marido con un narcisista

 

(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real)

 

A mí marido y a mí nos encanta el patinaje sobre ruedas. A raíz de patinar, empezamos a conocer gente aficionada, a participar en grupos de patinaje, quedadas, a ir a otros sitios nuevos donde se patinaba que no eran los habituales.

Un día nos apuntamos a unas rutas organizadas para patinadores. Hacía mucho frío por lo que había ido poca gente y el grupo era bastante reducido. Para nuestra sorpresa, el monitor era un actor español relativamente conocido que hacía papeles secundarios, nos explicó que compaginaba ambas cosas pues se turnaba con su mujer para hacer las sesiones de patinaje que él no podía atender.

Mientras patinábamos el monitor en algún momento me tocó un brazo o la cintura, cosa que en la pandemia era muy poco habitual pues estábamos todos muy sensibles con el tema de tocarnos y lo sentí con algo de incomodidad, pero no le di la mayor importancia. Al ser un grupo pequeño, hubo mucha sintonía entre nosotros e incluso nos quedamos un par de horas charlando después. También al finalizar la ruta nos hicimos todos juntos una foto que luego subían en su página web, al igual que hacían con todas las rutas.

Un par de días después me contactó un número que no conocía. Era el monitor que tenía mi teléfono pues yo fui quien hizo la reserva, quería enviarme la foto. Tras enviarme la foto, me preguntó si nos había gustado la ruta. Tras eso, me preguntó cuanto solíamos patinar. Y a raíz de ahí, una pregunta tras otra, estuvimos horas y horas hablando.

He de decir que yo siempre he sido muy insegura y no estoy acostumbrada a que otras personas se sientan atraídas por mí, por lo que cuando noto que alguien tiene interés en hablar conmigo o en mí en general, me siento muy ilusionada y me gusta continuar la conversación o el contacto. 

Después de llevar unos días hablando un poco de todo, el monitor me preguntó que donde estaba mi trabajo, y me dijo que quería venir a verme, proponiéndome incluso horarios algo extremos como por la mañana antes de empezar la jornada. Me insistió en que en lo único que pensaba era en volver a verme, y que por poco tiempo que fuera y por mucho que se tuviera que desplazar, que él vendría a donde le dijera. Con tanto interés, empecé a sentir tantas emociones que ni yo misma las controlaba, estaba excesivamente nerviosa, contenta y alborotada. Tenía muchísimas dudas pues me apetecía mucho quedar con él, pero claro, yo estoy casada, y él también. Me insistió durante muchos días, incluso en algún momento me llegué a sentir intimidada, pues me preguntaba constantemente donde estaba y me daba la impresión de que cuando estaba en un lugar público él podría aparecer en cualquier momento. Sin ir más lejos, salimos de comida los compañeros de trabajo, y estuvimos en un bar que es muy conocido jugando a los dardos que tenía unas ventanas muy amplias y en el que te podían ver desde fuera. Yo subí una historia a mis redes sociales, y él ese día me envió un mensaje diciéndome que había ido a verme al bar desde la calle, desconozco si se lo inventó porque conocía el lugar, o si de verdad estuvo allí.

Me hablaba constantemente como si yo fuera una diosa, estaba las 24 horas pendiente de mí, y me escribía incluso cuando estaba con su mujer o trabajando en televisión, incluso cuando estaba en programas en directo, que yo aprovechaba para ver y mi sonrisa cuando llegaban los anuncios y me escribía era indescriptible. Las conversaciones cada vez subieron más de tono, se sentía muy atraído por mí y quería de todo conmigo. Me enviaba fotos íntimas, y colgaba fotos e historias en sus redes sociales dirigidas a mí. Mientras pasaba todo esto, mi obsesión por él no paraba de subir, y sentía como que tenía que estar todo el día pegada al móvil por si él me hablaba (pues además, si le dejaba un mensaje en visto aunque fuera por 1 minuto, él se molestaba).

Yo seguía sin quedar con él a pesar de que me lo proponía a diario, y mi día a día se convirtió en una explosión de emociones, en las que estaba todo el día cachonda mandándome fotos íntimas con él, pero yo seguía conviviendo con mi marido, a quien durante esos días me planteé dejar. Empecé a sentir que quería dejarlo todo por este chico, y él por mí. Aunque había momentos totalmente contradictorios en los que pasaba de estar casi enamorado de mí, a no hablarme, o echarme la bronca por cosas que yo desconocía, como por ejemplo que había ido al médico y yo ni le había preguntado qué tal se encontraba. En todos esos altibajos empecé a verle actitudes que me daban a entender que estaba hablando con otras chicas a la vez que conmigo, y empezó a hacerme algunos feos o a hablarme mal, pero yo en ese momento estaba super enganchada por él y lo único que quería era continuar la ‘relación’.

Siguió queriendo verme, aunque cada vez más parecía que para verme el pretexto era únicamente sexual. Un día, así de un impulso, le dije ok, iré hoy. Y así hice, cogí mi coche y me desplacé hasta su pueblo que está a unos 20 kilómetros de mi ciudad. Nos vimos en el local que utilizan para su negocio de patinaje, y nada más verme, empezó a tocarme casi sin preguntarme qué tal. Me metió ambas manos por dentro de la ropa interior, y lo siguiente que me dijo fue que me bajara a hacerle una felación. Le dije que en ese momento no me apetecía, y entonces él se bloqueó, y cambió radicalmente de actitud, paró toda intención conmigo y quiso que nos fuéramos. Con una despedida fría, me volví a mi coche y me volví para casa.

A partir de ahí, él cambió radicalmente su actitud conmigo, y yo tenía una mezcla de ideas entre querer insistir en verle o no volver a hablarle jamás. Mis emociones me jugaron una muy mala pasada durante meses. Había vivido una historia tan intensa, que no era capaz de desengancharme, aun sabiendo que realmente no sentía nada por él, y que yo tenía mi vida, junto a una persona que me quería y con mucha estabilidad. Me sentí peor que en muchos años. Que él sea un personaje público no ayudó mucho, pues aunque no sea excesivamente famoso, todos los días había contenido sobre él en las redes sociales, y obviamente ya sabemos como son los algoritmos, ahí estaban todos preparados para enseñarme cualquier pequeña cosa que hubiera sobre él a diario, que a mí me dolía incluso aunque fuera el cartel publicitario que ya veía todos los días. No solo le veía en la televisión y redes sociales, pues también cada vez teníamos más amigos en común en el mundo del patinaje, donde parece conocerle todo el mundo, y donde todos hablaban constantemente bondades de él, pues parece ser el impulsor de muchas iniciativas.

Nunca he contado nada sobre esta historia a mi marido, aunque le propuse tener una relación abierta y mantener relaciones con otras personas, en lo cual estuvimos los dos de acuerdo. Dos años después, el monitor nunca me ha dejado de hablar, incluso me propone seguir quedando a menudo, contesta a todas mis fotos diciendo que estoy muy guapa, o me dice que si quiero ‘desahogarme’ con él. Yo nunca he vuelto a acceder ni a mantener una conversación con él, me mantengo neutral por miedo a que cuente que tuvimos esta pequeña relación, porque, aunque tenga una relación abierta con mi marido, me siento culpable por no haberle sido sincera en el momento en que todo esto pasó. Eso sí, desde aquel momento jamás volví a juzgar a nadie por poner los cuernos a su pareja.

 

Mérida