LO QUE TENEMOS QUE AGUANTAR…

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Con este humorístico vídeo de la Instagramer @ladymarrdita comenzamos el post de hoy. ¿Os ha dado una pequeña pista?… tic-tac, tic-tac. Exacto, hoy os voy a hablar sobre los olores, sabores o texturas que salen de nuestro cuerpito serrano.

¿Por qué coño (nunca mejor dicho) siempre fantaseamos con que un chichi huela a rosas? Ojito, que a veces también nos quejamos nosotras de que a ellos les huele un poco rarito su pepino. Pero vamos a ver mis niñas… ¿Qué os pensáis cuando bajáis al pilón y os meten un rabazo? Que ningún pene es un ramillete de lavanda ni un chichi un coulant de chocolate, (aunque queramos que nos lo coman como si lo fuera).

No os miento si os digo que estas conversaciones las he tenido miles de veces con mis amigas. La obsesión de los olores ya va a límites de no querer que les coman la chirla si antes no se duchan. A ver, maticemos: obviamente siempre es más higiénico y los olores, si es cierto, que se minimizan. PERO NO SE QUITAN. Al loro niñas, que yo esto ya lo pensaba de pequeña. De esto de salir de la ducha, secarme y decir, “uy, pero si me acabo de lavar, ¿cómo puede ser posible que aún tenga algo de olor?”.

Todo esto son obviedades que por mucho que demos por hecho, aún se nos pasan por la cabeza. Los olores en las zonas genitales (femeninas y masculinas) son así por naturaleza, no es como la cara o las manos que las llevamos al aire todo el día. No. Estas zonas están todo el día tapadas, rozándose al andar, incluso sudando. ¿Cómo se nos puede pasar por la cabeza que después de todo el día, eso no vaya a oler? Una cosa es un olor fuera de lo común, un poco más fuerte… entonces hay que vigilarlo e ir al médico porque igual hay alguna infección de por medio. Pero en situaciones normales, la chirlita y el pepino SIEMPRE tienen algo de olor. ALWAYS.

Así es que chicas, si es posible darse una duchita antes de hacer cualquier cochinadita con el crush, pues oye, muy bien, pero si no, no os preocupéis porque ellos tienen exactamente los mismos olores. ¿Qué os dicen algo? Pues les ponéis el vídeo de la Ladymarrdita y los dejáis de una pieza. Os lo digo yo…

Lametazo por aquí, lametazo por allá

Tema sabores… esto es ya un tema mitiquísimo. ¿Qué comer para que sepa mejor el semen? ¿El chichi sabe a mar? Si, a almeja del litoral, no te jode… Que si lubricantes de sabores… En fin, que no quiero yo quitar la magia de los juegos con estas cositas tan… divertidas. Pero no sé si vosotras sois de mi opinión. ¿Habéis probado los lubricantes de sabores? ¿A alguna os sabe a lo que dicen que saben? El de fresa sabe como a plástico y “fresa” ácida. Que a mí me sabe más a flúor rosa, de ese que nos daban de pequeños en el cole, que a otra cosa, pero bueno. El de chocolate… no sé ni a qué sabe, pero a chocolate no.

Tampoco he probado muchos más. El de menta sí es fiel a su frescor y sabor, pero ojito, que hay que ser del norte para ser capaz de aguantar eso. Recuerdo que cuando lo probé tuve (tal cual) la sensación de estar abriendo las piernas en dirección al polo norte con unas rachas de viento de 120 km/h.

En fin, a lo que iba… por mucho que condimentemos eso, no penséis que se va a convertir en un pollo a la Pantoja. Un chocho sabe a chocho y el semen sabe a semen. Podemos meternos a diferenciar las intensidades y texturas, pero eso ya lo sabemos todas. Existe un infinito debate entre, ¿me lo trago o no me lo trago? Es otro de los temas que hablo con mis amigas. A ver, hay un fetiche llamado salofilia. Esto es una práctica con la que se consigue cierto placer sexual a través de los fluidos salinos de nuestro cuerpo, como pueden ser el sudor, la saliva, el semen o el flujo vaginal.

Por lo cual, si sentís especial devoción por dichos fluidos, seguro que os flipará hacerlo. Pero recordad, por muy cachondos que eso les ponga a ellos (que les pone), no os sintáis obligadas a hacer nada que no os apetezca o que no os guste. El sexo es un disfrute mutuo y si no os sentís cómodas haciendo algo, es fácil, no lo hagáis.

Los asquerositos

Luego por otro lado están los que sienten asco de sus propios fluidos. Sí, sí. Como leéis. Me explico, igual a alguna le ha pasado. Cuando bajáis al pilón y el tío en concreto ya ha terminado cual botella de champán agitada, vosotras subís, y lo típico es que os apetezca besaros ¿no? Pues aquí viene el drama de muchos. Así “disimuladamente” giran la cara como para que vuestra boca, que ha sido… digamos… «salpicada» con sus fluidos, no roce la suya. ¿REALLY? Pero perdona, pedazo de asqueroso, que es tuyo, ¿sabes?

Me parece incluso un poco bochornosa la situación. Es que imagináoslo al revés. “Ay, no, no me des un beso que me acabas de comer la almeja y entre el sabor saladito y el olor…”. Pero bien que nos gusta tanto a ellos como a nosotras que nos coman bien comidas eh…

En fin, Loversizers… lo que hay que aguantar muchas veces. ¿Os ha pasado alguna de estas situaciones? Normalicemos que comerse un chocho no es un plato gourmet y que la leche de pepino no sabe a sirope de fresa.

@merchehache