Hace un par de meses tomé la importante decisión de comenzar con pastillas anticonceptivas, y digo importante porque los efectos fueron, sin ánimos de exagerar, catastróficos. Solía tomarme este tipo de cosas a la ligera, que si la ingesta de vitaminas o automedicación, lo hacía sin pensarlo demasiado, pues eso se acabó después de mi reciente experiencia.

No soy sexualmente activa en estos momentos, pero lo molestos que se volvieron mi síndrome pre menstrual y periodo, me hicieron tomar la decisión de regular mis hormonas, cosa que según el internet podía hacer fácilmente con píldoras anticonceptivas. En retrospectiva fui una inconsciente al respecto, pero la cosa fue tan sencilla como que una amiga me recomendó la marca que ella tomaba, las compré y comencé a tomarlas. Al principio no sentí ningún efecto en mi organismo, cuando tuve mi primer periodo después de empezarlas, me pareció que fue genial. Sangré poco, sin dolor, me inflamé menos… hasta ahí todo bien.

Los días previos a ese primer periodo post pastillas, para mí, había enfrentado situaciones “difíciles”, pero cuando llega el segundo SPM post pastillas, pasó lo mismo. El más mínimo percance me ponía mal: desde que una compañera del gimnasio me quitó una máquina, hasta que me equivoqué en el curro y mi reacción era de fin de mundo.

Así que al tercer mes comencé a ver un patrón, estaba hipersensible justo antes de mi periodo, pero suspender las pastillas aun no era una opción porque los beneficios me tenían fascinada. Hasta que la hipersensibilidad empezó a salirse de control.

Siempre me he considerado una persona mentalmente saludable, así que la primera vez que pensé que quería lanzarme de la torre donde trabajo o frente a un carro andando, me desconocí por completo. Ya sabía que esos días eran difíciles y estaba preparada, o al menos eso creía. Pero un pensamiento suicida, por muy poco probable que fuese que llegase a ejecutarlo, ya era demasiado.

Me propuse ser fuerte ya que había leído en internet que los efectos secundarios o negativos de los anticonceptivos suelen desaparecer después de los primeros meses, pero esas ideas tan absurdas e impropias de mí, seguían pasando por mi cabeza, y siempre en el mismo punto de mi ciclo, justo antes de comenzar la regla. 

Escalaron de ser pensamientos al azar y aislados, para convertirse en algo común y tentador, quería simplemente dormir y no volver a despertar y no tener que lidiar con nada, con la vida en general. Esas crisis (por las tonterías más grandes que se puedan imaginar, como no haber dormido bien o que me quedé sin dinero mucho antes de la próxima paga), me tenían desgastada y cuando estaba en mis cabales sentía como si hubiera estado poseída, desconocía por completo la persona en la que me convertía en esos momentos, así que decidí que el problema era serio y no debía seguir ignorándolo.

Decidí dejar las píldoras que en ciertos aspectos habían sido milagrosas, volver a mis malestares y sangrado excesivo, y posteriormente visitar al ginecólogo.

Fue mi fácil tomar la decisión de meter esas hormonas y químicos en mi cuerpo, pero recuerdo esos días como una auténtica pesadilla, como si alguna criatura deprimida y enojada me hubiese poseído, así que a quien esté dispuesta a escucharme, le diría que nunca, nunca estará bien automedicarse, por muy inocente que parezca el fármaco.

Anónimo