Cuando hablamos de deseo sexual en las personas, tendemos a pensar que es un factor bastante sencillo y concreto de entender y de cuidar, pero en realidad este está condicionado por un sinfín de factores por los que todos podemos pasar.

La sociedad en la que vivimos está bastante mal planteada, en el sentido de que llevamos unos niveles de vida muy rápidos, el estrés, el cansancio, las largas jornadas de trabajo, todas las responsabilidades que se le añaden a esta son un condicionante muy potente.

Si además tenemos en cuenta, que la convivencia, el paso del tiempo y la monotonía también están muy presentes, entendemos que el deseo sexual puede abandonarnos en ocasiones.

Algo que veo mucho en cuestiones de pareja, es que en ocasiones, es uno de los miembros de la pareja tiene menos deseo sexual que el otro.

 

Esto puede ser así de siempre o ser una racha de tiempo concreta donde uno de los dos está sometido a algunas de las situaciones que comentábamos antes.

El problema aparece cuando esa persona que si tiene deseo, busca de forma activa a su pareja y se encuentra que la otra persona no tiene ganas.

En ocasiones no sabemos muy bien cómo gestionar esta situación, ya que yo me siento rechazado (y más si pasa frecuentemente) y esto puede ser muy doloroso o al menos preocupante.

Lo más frecuente es pensar que “ya no le gusto” “ya no le pongo como antes” “lo mismo hay otra persona” “ha cambiado mucho y no sé porque” etc.

Tanto rechazar como ser rechazado no es fácil en ninguno de los casos, ya que la persona que no tiene ganas, también ve que su pareja necesita o quiere algo que en ese momento no le puede dar y esto genera una presión extra.

En estos casos podemos hacer varias cosas o por lo menos tenerlas en cuenta.

  1. L a comunicación

Un error muy frecuente en las parejas es que cuando algún aspecto que va mal o nos preocupa, en vez de hablarlo, lo dejamos pasar para ver si se soluciona solo (esto rara vez pasa).

Por lo que si sientes que tu pareja hace tiempo que esta diferente en este sentido, te rechaza o la ves más apática, lo importante es sentarse a hablar desde la calma y ver que puede estar pasando.

 

  1. La monotonía

Esto sobre todo aparece en parejas de larga duración, si llevamos mucho tiempo con la misma persona y los encuentros son siempre exactamente iguales, llega un punto que aburren y no apetecen.

Por eso es importante introducir novedades, ya sea el sitio, la hora o lo que se os ocurra. Los juguetes eróticos y los geles son siempre una opción muy recomendable y además existe una variedad muy amplia.

  1. No ser insistente

En ocasiones la parte que tiene más ganas, no es consciente del proceso por el que está pasando su paraje, y puede llegar a ser muy pesada.

Esto no solo es contraproducente, si no que, con mayor facilidad tendrá un efecto totalmente adverso, porque la pareja empezará a ver el sexo como un deber o una obligación.

 

  1. Aprender que cosas preguntar ante esta situación

Lo más fácil es pensar que mi pareja ya no se quiere acostar conmigo porque no le atraigo o hay otra persona, pero en la gran mayoría de ocasiones no tiene nada que ver con esto.

Es mejor enfocarlo desde un problema de ambos, y decirle a la pareja cosas como “¿por qué crees que ya no nos apetece tanto?”

Evitar el ataque o llevárnoslo a lo personal, porque esto solo desencadenará en discusiones o en problemas de pareja, que lo mismo solo tienen que ver con una mala racha.


Si este periodo de bajo deseo se extiende y empieza a interferir a la pareja, es momento de consultar con un profesional de la sexología que os podrá guiar.

Aida Vallés Psicóloga especializada en Sexología y Terapia de Pareja

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