Lo de “comieron perdices y vivieron felices” queda muy bien en las películas, pero en la vida real los finales bonitos no siempre están asegurados. A veces el amor se acaba de tanto usarlo y esa relación que empezó repleta de ilusiones va perdiendo intensidad. Se acaba la ilusión y por miedo a hacer daño a la otra persona, a aprender a estar solo o al qué dirán, alargas el momento de la ruptura.
Te sientes egoísta. “Aunque ya no haya amor, todavía queda cariño. ¿Cómo es posible que ya no quiera estar con alguien que jamás me ha dado razones para romper?”, piensas. Mantener a flote una relación que no te hace feliz es egoísta, pero contigo mismo. Te estás negando la oportunidad de ser feliz.
¿Quieres dejarlo o es una mala racha?
Poner fin a una relación es una decisión complicada, especialmente cuando no hay cuernos, traiciones o malos rollos de por medio. Al fin y al cabo la responsabilidad de la ruptura recae en una parte de la pareja, lo cual conlleva una carga psicológica muy grande.
Muchas veces, lo que más dificulta la decisión de dejarlo es el miedo a arrepentirte de haberlo hecho o a quedarte solo. Inevitablemente te acostumbras a la seguridad de una relación, sobre todo si es larga, y elaboras una rutina en la que tu pareja tiene un puesto privilegiado.
“Pero si lo dejamos, ¿con quién veré Juego de Tronos?”
“Jamás encontraré a alguien con quien congenie tanto en la cama.”
“¿Cómo le digo a mis padres que lo hemos dejado si le adoran?”
Estos comentarios son el reflejo del miedo a la incertidumbre. Por eso debes preguntarte si estás alargando tu relación porque realmente le ves futuro o porque te acojona la soltería. Si finalmente descubres que estás posponiendo la ruptura por miedo a lo desconocido, ten en cuenta que dejarlo duele, pero estirar tu relación hasta romperla hace más daño aún.
Quiero dejarlo, pero no sé cómo hacerlo
No va a ser fácil, mentalízate. Una ruptura supone poner fin a todas las esperanzas, ilusiones y expectativas puestas en la relación. Aunque haya algunas pautas que te ayudarán a hacerlo de la forma más civilizada posible, uno no sabe cómo va a reaccionar la otra persona, así que la paz no está totalmente garantizada.
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Mejor en persona
Por respeto, lo más apropiado es hablar las cosas cara a cara. Ten en cuenta que vía WhatsApp, Facebook o por teléfono se pierden muchos detalles como la expresión facial, el tono de voz, el contacto visual o corporal, etc. Esos pequeños gestos demuestran que te preocupas por sus sentimientos. Aunque con el dolor de la ruptura pueden pasar desapercibidos, a la larga lo agradecerá enormemente.
Si tu relación es a distancia y no tenéis opción de veros, una forma apropiada de dejarlo es mediante una videollamada.
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Hazlo en un lugar íntimo y tranquilo
Evita los lugares con mucha gente porque el ruido puede obstaculizar la conversación, distraeros y dificultar la comunicación. También puede resultaros incómodo que haya personas observando mientras pasáis por ese momento tan íntimo y delicado.
Tampoco recomiendo hacerlo en casa porque puede dar pie al famoso “polvo de despedida”, lo que dificultará aún más la ruptura. Inevitablemente asociáis vuestras casas con todos esos momentos románticos, íntimos y sexuales de la relación, y la nostalgia puede daros ganas de rememorar todo aquello. Revivir esos recuerdos puede ser confuso para ambos y fomentará una sensación de dependencia.
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La sinceridad es importante
Probablemente le cueste entender que el amor se ha acabado. Es posible que tu pareja siga enamorada de ti, así que intentará buscar una razón que no existe como que has conocido a otra persona. Es duro, pero son mecanismos que usamos para mitigar el dolor.
Lo mejor que puedes hacer es hablar claro, con sinceridad y sin dar rodeos (pero con tacto). Evita cualquier expresión confusa o que pueda malinterpretarse como, por ejemplo, “daros un tiempo”, “separaros y ver qué pasa”, etc.
Es muy duro romper con total honestidad. En ese momento lo último que quieres es hacer más daño a la otra persona, pero las excusas y “rupturas a medias” son más dolorosas aun, porque prolongan la incertidumbre y el sufrimiento. Eso sí, es tan importante ser sincero como empático.
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Recuerda que nadie tiene la culpa
Una frase tan inocente como “es que he notado que elegías un camino diferente al mío” puede hacer que la otra persona se sienta culpable por haber sido independiente, por haber trabajado duro en algo que le apasionaba o, simplemente, por haber apostado por ella misma. No puedes culpar a tu pareja ni tampoco a ti mismo. Las personas cambian (¡menos mal!), e inevitablemente las relaciones también.
Intenta enfocar la ruptura en torno a cómo te sientes o qué es lo que piensas y quieres. “Ya no soy feliz”, “pienso que te mereces estar con alguien que esté enamorado al cien por cien” o “me gustaría que fueras feliz, pero también debo serlo yo” son algunas frases que puedes utilizar.
Cuando todo haya acabado empezará lo más jodido, llenar el vacío. Parece imposible pero por el camino conocerás a alguien que te hará creer en el amor otra vez, y ese alguien eres tú.
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