Cómo pasa de ser el sueño de tu vida a tu peor recuerdo en cuestión de días.

Mi pareja y yo decidimos buscar un bebé, hasta que quedé embarazada. Había tenido un embarazo anterior, el cual perdí. A las 12 semanas de embarazo me dicen los médicos que viene con una enfermedad llamada gastrosquisis, tuvimos dos opciones, o continuar el embarazo con los riesgos que este suponía o bien cortarlo, nosotros decidimos cortarlo por tal de no darle una vida con restricciones a nuestro futuro hijo.

Cuando decidimos darnos la segunda oportunidad y volver a intentarlo fue un abrir y cerrar de ojos cuando estaba embarazada de nuevo. Empezamos a organizar la llegada de nuestra hija con mucho cariño e ilusión, empieza la rutina de las citas médicas y a las 20 semanas voy a mi tercera revisión. Me dice el médico que la niña tiene una semana menos del peso que debería llevar y que me citaría 4 semanas más tarde para ver la evolución, le preguntamos si había algún problema y nos comentó que por ahora no se podía sacar ningún diagnóstico que habría que esperar. A lo que mi respuesta como futura mamá y con una perdida previa fue «ojalá no sea nada espero que mi niña venga bien es lo único que quiero», y el médico respondió «eso tú y cualquier madre que se sienta aquí».

Obviamente toda madre quiere lo mejor para su hijo, entonces, mi pareja comentó «perdone ha leído usted el historial» y nos dijo que no, en fin un comentario desafortunado en un momento tenso para cualquier mamá. Pasan los días y llega mi siguiente cita y el ginecólogo había cambiado, paso a pesarme y había engordado 5 kilos en 3 semanas y pensé que era normal, se lo comenté al médico y me dijo que él no me iba a regañar porque estaba cubriendo a mi ginecólogo que de eso ya se encargará cuando vuelva o la matrona el día del parto, pero que no podía seguir engordando así porque no iba a poder subirme al «potro» a parir.

Le dije que mi dieta era normal que no estaba comiendo ni más ni menos que antes. Me empieza a hacer la ecografía y efectivamente la niña seguía viniendo con bajo peso pero en este caso 3 semanas por debajo de lo normal (mis 24 semanas). Me vuelve a decir el ginecólogo que no me preocupara que había niños que no salían tan grandes (4 kilos) y podía ser más chiquitita al nacer (2,5 kilos) pero que seguiría dándome cita para volver a ver si seguía todo igual. Me citó un 25 de enero.

Llegan las navidades y empiezo a ver que cada día estoy más hinchada, más cansada y muy pesada, pensábamos que era normal, me dijeron bastantes veces que me fuera a andar pero yo no podía me cansaba hacer cualquier cosa muchísimo. El 7 de enero, me levanto y me tomo la tensión ya que lo tenía como costumbre una o dos veces a la semana por vigilar mi cuerpo. Me llevé la sorpresa de que la tenía alta, pasa el día y le digo a mi pareja que nos íbamos al hospital. Al llegar allí la tenía en 170/120, una barbaridad, y me suben a partos, me monitorizan, me hacen test de orina y mi tensión empieza a regularse, y se me acerca una auxiliar y me dice ‘anda ya no te preocupes deja de tomarte la tensión que te preocupas de más y del susto te sube, esas tensiones son psicológicas’. Me voy a mi casa con el alta de la ginecóloga y sigo mi vida normal.

El 14 de enero por la mañana me levanto con una sensación mala como si tuviera un presentimiento y me vuelvo a tomar la tensión, otra vez alta. Pasa el día y mi tensión seguía igual, no quería ir a urgencias porque tenía miedo que pensaran que estaba loca y que era una mamá primeriza obsesionada con cualquier cosa que se note y fuera normal, pero decidimos ir.

Al llegar me suben corriendo a partos otra vez y vuelven a hacerme el test de orina y monitorizarme, pero esta vez sí me hicieron ecografía. Empiezan a salir los valores de proteína alta en la orina y en la eco sale que el cordón umbilical tenía un problema (ahora mismo no me acuerdo bien por los nervios que tenía no me enteré) y no entraba suficiente nutriente al bebé. Me dicen que tengo un riesgo de estar sufriendo una preeclampsia. Me ponen una inyección de maduración de pulmones por si hubiera que hacer una cesárea de urgencia (28 semanas cumplía ese día) y me mandan un test de orina 24h. para controlar las proteínas. Volví al día siguiente por la segunda dosis de la inyección y me citan el lunes a primera hora para entregar la orina y un análisis de sangre. Llegó el lunes me pasan a bienestar fetal a ver qué tal estaba todo y pum ¡sorpresa!

Toda la analítica de orina y sangre alterada y me mandan al materno ingresada. Cada día iba subiendo mi tensión y la niña respondía menos, no había medicación que controlara aquello, hasta el 21 de enero que deciden hacerme una cesárea ya que mi hija y yo estábamos entre la vida y la muerte.

Todo sale bien, ingreso en recuperación 48 horas sin ni siquiera haberle visto la cara a mi bebé, y ella a UCI neonatal, por su prematuridad, 29 semanas y 720 gramos.

Al salir de recu lo primero que hice fue ir como pude en silla de ruedas a ver a mi niña, fue un gran impacto para mí verla tan pequeña e indefensa y a la vez esa sensación de ser mamá por primera vez. Los pediatras nos dijeron que había nacido con 3 semanas menos de maduración de lo que debería es decir, de 26 semanas, que sus pulmones estaban muy inmaduros y que era una situación muy delicada y muy complicada. Después de 5 días de lucha y de subidas y bajadas de oxígeno y de habernos advertido los pediatras que si seguía adelante podría quedar alguna secuela, empezamos a sentir que nuestro mundo se caía a pedazos, pero no tiramos la toalla hasta el último segundo, cuando nos llaman diciéndonos que había tenido una gran bajada de oxígeno que probablemente de esta no saliera, y así fue.

Esa madrugada del 26 de enero nuestra niña partió al cielo, pero se llevó con ella todo el cariño que unos padres y unos abuelos podían haberle dado. Fue muy duro aquel momento pero la historia no acaba ahí, al medio día, mamá tiene que ingresar en la UCI porque claro había dado a luz pero la preclampsia seguía estando. 2 días más tarde me suben a planta ya que poco a poco estaba mejorando pero seguía con medicación, unas 7 pastillas por la mañana con el desayuno y el resto repartidas durante el día, cuatro días más tarde al fin me tenía que tomar solo 2 pastillas y me dan el alta con mi tratamiento.

Tal vez si no hubiera sido una cabezona y no me hubiera tomado más la tensión como me dijeron, hoy no estaría aquí. La preeclampsia es una enfermedad muy peligrosa y ocupa entre el 5 y el 10 porciento de la población mundial, debería ser más visualizada o al menos debería haber más control sobre el embarazo ya que en uno normal, solo dan 3 citas en 40 semanas.

Espero poder ayudar a muchas con mi historia y que al menos para algunas no sea demasiado tarde.

Marta Núñez