Desde siempre me ha gustado la postura del perrito. Mi novio tiene un pene “normal” (es decir, ni muy grande, ni muy pequeño) y con esta postura logra “llenarme” por completo. Además, puedo aprovechar para masturbarme y también es una postura ideal para iniciarse en el sexo anal.
Como veis, soy muy fan del doggie style. Sin embargo, a veces se me hace un poco aburrido y monótono y me gusta variar. Por eso he querido contaros la gran variedad que ofrece esta postura tan clásica.
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El perrito clásico
Por si todavía no habéis probado esta postura (cosa que dudo), este sería el paso número 1. Vamos, lo más básico. Sólo necesitáis una cama y muchas ganas de pasarlo bien.
Truco para darle más alegría: mientras tu pareja te está penetrando, puede introducir un dedo por tu ano y maturbarte. Es muy placentero. Sobre todo os recomiendo esto si después vais a practicar sexo anal.
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El perrito tumbado
La gracia de esta postura es que permite una mayor estimulación del clítoris. Además, el chico puede llegar más adentro, así que es ideal si tiene el pene de tamaño medio-pequeño.
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El perrito con masturbación
Esta es mi postura favorita, porque permite añadir la masturbación de una forma muy cómoda. Puedes utilizar un estimulador de clítoris y te aseguro que hará que te muevas como si estuvieses de fiesta.
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El perrito de pie amarrada
Si os apetece probar algo nuevo, esta postura está muy guay.
Contras: si la haces durante mucho rato puede ser algo incómoda.
Pros: si añades unas esposas mola muchísimo.
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El perrito de pie
Sin duda esta postura es más cómoda que la anterior, ya que la mujer se puede apoyar en la pared y tiene más control sobre la penetración.