Toda mi vida fértil he utilizado tampones. Antes de ser madre, los támpax encajaban perfectamente en mi canal vaginal y ya podía flojear que no se escapaban del sitio… pero vinieron esos dos retoños, de casi 4kg cada uno y le dieron una forma abstracta a mi vagina. Tanto que ya puedo ponerme el tampón más grande del mundo, que como estornude sin darme tiempo a cruzar las piernas pilla carrerilla y ya puedo correr. 

Había escuchado alguna vez hablar de las fantásticas y maravillosas copas menstruales, pero no encontraba el momento para asesorarme sobre ellas. Compañeras del trabajo capaces de ir en pantalón blanco en plena menstruación, me explicaban que ellas utilizaban la copa, y que era lo mejor. 

  • ¡¡¡Es tan fácil!!! Coges la copa y la doblas por la parte de la boca del “vasito”, te abres los labios con una mano y con la otra metes la copa en la vagina. Cuando has introducido la primera mitad de la copa, bajas un poco los dedos por ella y empujas el resto hasta que quede dentro completamente. Y ya está, puedes hacer el pino puente que no manchas nada.

¡Madre mía… qué maravilla! ¡Se acabaron los días en los que me viene la regla y cuando quiero coger un tampón resulta que no me quedan! Se acabó el ir corriendo al lavabo porque el támpax ha decidido salir a pasear a riesgo de acabar en mis calcetines. Estaba decidido, iba a hacer un estudio estadístico de amigas que hubieran probado la copa menstrual

Antes de sumergirnos en lo que pasó después, debo explicaros que un par de hermanas de vida y yo, somos de todo menos parecidas. Una de ellas es una loca del coño que me tiene el cuerpo lleno de tatuajes por gilipolleces que se nos ocurren. ¿Tenemos un día de mierda? Una frase como “tu soplar, yo volar” se convierte en un “no tienes coño de que nos tatuemos una india”, y en eso estamos que, en nuestro próximo viaje, nos tatuamos a esa india que nos hizo mearnos de risa en un día de esos de querer morirse. Nuestras locas locuras ya os las explicaré otro día. Volvamos al hilo… 

Abro WhatsApp, abro grupo:

  • Queridas, necesito saber si habéis probado la copa menstrual que estoy pensando en comprarme una.

Y ella escribe… escribe… escribe. Lo que leí y escuché ese día, hizo literalmente que me meara viva imaginando y sabiendo como es ella lo que vivió. Os explico su historia.

Ella que es estupenda, pensaba que al no haber dilatado su vagina 10cm para expulsar a un bebé y aunque tuviera 35 años seguiría teniendo una vagina tersa, firme y joven como cuando teníamos 18. Se fue a la farmacia a comprarse la copa menstrual… la talla pequeña, por supuesto. Llegó a casa y directa a desinfectarla para utilizarla. No le costó nada introducirla…era la talla pequeña, recordad. Y viene el drama, la hora que extraerla. Introduce los dedos en la vagina, coge ese pitorrito que tiene la copa para sacarla y… FLOOP efecto vacío. En ningún momento se le ocurrió meterse el dedo hasta las amígdalas para que entrara aire y ese efecto desapareciera, al contrario, estiró y estiró todo lo que pudo y más como el lobo feroz sopló a la casita de ladrillos de los tres cerditos. El lobo se quedó sin aire, pero ella con cada estirón se arriesgaba a que su vagina fuera un conducto de salida de órganos vitales.

Con cada estirón su ansiedad y pánico fue ascendiendo hasta que no pudo hacer otra cosa que parar. Parar y recordar “tu soplar, yo volar”. Y eso hizo, después de media hora de lucha y en estado de relajación, metió el dedo dejando pasar el aire y ¡“tachán”! La copa salió.

¿Fin de la historia? ¡NO!

¿Os he dicho que es capaz de hacer cualquier cosa? Pues lo es… No contenta con explicarnos su experiencia, va y suelta esta joyita.

  • ¿Os acordáis del militar que me gusta tanto?
  • ¿Ese que queremos que te empotre y te deje bizca?
  • Sí… Pues es que no sé por qué, pero la otra noche tomando una cerveza con él, le expliqué la historia de la copa y oye, se rio tanto tanto, que acabamos riéndonos en posición horizontal.
  • Puta maga…

Jamás se me hubiera ocurrido que una anécdota tan de todo menos sexy hubiera acabado en un polvazo de esos que quieres repetir.

En mi caso y como me mola comprobar las cosas por mi misma… compré la copa más grande que debe existir, la mediana, la pequeña y de nada sirvió. Mi vagina debe ser algo parecido a lo que Picasso hubiera dibujado para reflejarla ¡porque ni vacío me hace! Así que hemos llegado a la conclusión de que la copa menstrual no está hecha para nuestras vaginas… 

Carpatho’s Queen