Pues me acaban de dejar.

Tranquilas, estoy bien, llevábamos apenas unas semanas saliendo.

No me afecta en plan ‘oh, dios mío, me ha roto el corazón’, pero estoy jodida por el motivo.

No me lo ha dicho a las claras, eso sería demasiado valiente, lo que pasa es que no es la primera vez que me dejan por lo mismo, y ya me lo veo venir.

 

¿Qué les pasa a algunos hombres?

¿Por qué es tan frágil su masculinidad?

¿Cómo coño miden su hombría en función de estupideces tan anticuadas?

 

Ah, que aún no lo he dicho, ha sido por el dinero.

Porque mi vida amorosa da para que Telecinco me haga un documental:

 

MARI LA SOLITARIA

CUANDO COBRAR MÁS QUE TODAS TUS PAREJAS HACE QUE SIEMPRE ACABES SOLTERA

No quiero parecer soberbia ni pretenciosa, no es para nada el caso. Simplemente he tenido la chiripa de formarme en la especialidad adecuada en el momento adecuado. Y gracias a ello ocupo un puesto muy estable y mejor pagado.

Que lo mismo mañana estoy en la calle, como cualquiera, pero a priori eso no va a ocurrir. Al menos no a corto plazo. En cualquier caso, durante los años que llevo en este trabajo he ganado mucho dinero y he sabido administrarlo bien para verlo crecer en otros frentes.

 

Tampoco penséis que soy yo Athina Onassis, que va a ser que no, ni tampoco hago ostentación ni voy por la vida tirando billetes a mi paso.

Tengo un piso grande y céntrico totalmente pagado y un coche de alta gama porque me flipan los coches. Y ya.

Si no nos hubiese tocado vivir en una época en la que la mitad de los jóvenes no tiene trabajo y la otra mitad apenas si gana lo suficiente para pagar la luz, mi situación financiera no llamaría tanto la atención.

 

Sea como sea, ¿cuál es el maldito problema?

No entiendo por qué mi patrimonio o el saldo de mi cuenta bancaria son un impedimento para estar conmigo. ¡¿Hola?!

Si alguien tiene la respuesta, soy toda oídos.

Este último fue más sutil, pero tuve un novio durante más de un año que rompió conmigo cuando se quedó en el paro.

Empezó poniéndome excusas para salir y terminó por decirme que ya no le gustaba estar conmigo porque le incomodaba que su subsidio por desempleo no le permitiese seguir llevando el mismo ritmo que mientras tenía un sueldo, y que le amargaba mi disposición para con él y mi saneada economía.

Yo estaba bastante pillada y recuerdo que argumenté que si no podíamos ir al cine nos quedábamos en casa a ver la tele; que si no podíamos salir a cenar, nos hacíamos unos sándwiches. Que no teníamos por qué dejar de estar juntos por esa idiotez.

Y él me dijo: ‘No importa lo que hagamos o no, el caso es que yo sé que tú puedes llegar a niveles que yo no puedo ni permitirme imaginar. Y no lo soporto’.

 

Hala, chaval.

Cuánta honestidad y qué pocos huevos bien puestos.

Con otro chico todo fue bien hasta que llegó su cumpleaños y se me ocurrió la gran y maravillosa idea de regalarle un Rolex y un viaje.

A ver, el reloj me costó un poquillo más de lo que suele invertir la gente de a pie en ese tipo de objetos… pero es que, uno, el chico coleccionaba relojes y ya tenía un Rolex antiguo, heredado de su abuelo, que guardaba como oro en paño y miraba con devoción. Dos, aquel viaje a Maldivas era algo que yo llevaba mucho tiempo queriendo hacer y me apetecía compartirlo con él. Yo había aceptado gustosa el finde de turismo rural con spa que me había regalado él por Navidad, ¿era tan diferente la cosa?

Pues al principio no dijo nada, pero porque cuando abrió los regalos estábamos en el reservado de un restaurante con todos sus amigos.

Se lo calló y me dejó al día siguiente. ¿Por qué?

Porque le había hecho sentir su puta.

¡Alucina! La culpa es de la tele por reponer Pretty Woman cada año.

En fin, yo ya no sé si es que la mayoría de los hombres tienen un problema real con que su pareja gane más que ellos, o si es que soy yo que parece que los voy buscando aposta para llevarme la hostia.

Igual debería pedir una copia de la declaración de la renta, las seis últimas nóminas y un extracto bancario con los movimientos del año anterior al próximo chico que me guste.

Por ahorrarme el disgusto, que una es de esparto y está muy bien sola, pero también tiene corazón y siempre duele que te lo dejen machacado.

 

Mari la Solitaria.

 

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