Te va a doler. Puedes sangrar. Es demasiado grande. Eso no cabe. Eres demasiado joven. Ya va siendo hora. Embarazo no deseado. Sífilis. Gonorrea. Clamidia. VPH. VIH. Se va a romper el condón. Se saldrá y no te vas a dar cuenta. Seguro que se corre sin avisarte. Te va a hacer daño. Va a abusar de ti. Solo quiere usarte durante una noche. Usar y tirar… ¡BASTA YA!

Amiga, no me extraña que el sexo te provoque ansiedad… ¡Lo que me sorprende es que disfrutes! Vivimos en un mundo que trata el sexo de forma polarizada. O bien te bombardean con la idea de que cura más males que la penicilina o te encuentras rodeada de señales de peligro por doquier.

El sexo conlleva conexión, placer, sensaciones únicas… Pero también sabemos que algo puede ir mal y llevarnos a una situación indeseada e incluso irreversible. También sabemos que no siempre está en nuestra mano controlar lo que pasa. Por desgracia, la violencia sexual sigue ocurriendo, sigue habiendo demasiado personaje suelto que nos considera objetos para su único disfrute.

Si, como una servidora no hace tanto tiempo, perteneces al Club de la Ansiedad, es posible que tu balanza se incline con frecuencia hacia el lado oscuro del follisqueo. Es verte en la cama con alguien y empiezas a verlo todo más negro que un beso dado en la retaguardia, maja. Es posible que incluso te animes a hacerlo, pero en lugar de poner atención a tu placer, tu mente se va a centrar en todas y cada una de las posibilidades que hay de tener un problema. Vas a pasar de fluir con la otra persona a controlar que todo marche como debe. Y te lo dice una que anda atenta a cómo el maromo de turno se pone el condón, cómo se lo quita y durante cuántos segundos se lava las manos antes de tocarme. Que me faltaba a mí todo esto del coronavirus y que me digan que el lavado de manos debe ser prolongado. Al siguiente polvo, me llevo un cronómetro…

Sin ser yo psicóloga ni tener intención de parecer una, quisiera darte unos consejos. Primero y principal: PIDE AYUDA PROFESIONAL. Es imprescindible que te ayude alguien que sepa. La familia y las amistades son un gran apoyo, pero sus consejos no se basan en conocimientos académicos. Necesitamos a alguien que conozca el funcionamiento de nuestra psique. Y te aviso que no siempre es un proceso agradable, pues sería fácil que te aconsejase exponerte a aquello que te provoca ansiedad, algo a lo que, como pacientes, nos negamos en redondo al principio.

Mi segundo consejo es que separes tu experiencia de cualquier otra. Mi sexo no es el tuyo ni tu sexo es el mío. Cuando tienes ansiedad, te aparece un mensaje en el foro de una chica a la que le ha salido mal y automáticamente crees que eres la siguiente. Tu cabecita te activa el modo “supervivencia” y ahí te quedas, a la espera de una catástrofe que igual no llega nunca. Cada experiencia sexual es un mundo completamente distinto. A algunas de nosotras nos ocurren cosas, pero a otras muchas todo les funciona como la seda. ¿Qué necesidad hay de vivir en la angustia de que algo malo nos pueda pasar? Pero como he dicho antes, para ayudarte a superar ese sesgo, lo mejor es la ayuda profesional.

Mi tercer consejo es que intentes identificar qué es lo que te provoca esa ansiedad. ¿Es el sexo en general? ¿Alguna práctica concreta? ¿Puede ser la otra persona? ¿Hay algún hecho en tu pasado que te haya marcado? La ansiedad puede tener un foco en particular y todo se vuelve  más fácil cuando atajas el problema desde la raíz. En  mi caso personal e intransferible, me  ayudó cambiar de amante (si no sabes lo básico sobre ETS y a duras penas sabes ponerte un condón, te quiero lejitos de mí) y quitarme de encima todas esas creencias sobre cómo debe ser el sexo. Porque eso también hace mucha pupa, amiga… Tu sexo lo defines tú, no el mundo. Eres dueña y señora de lo que haces con tu cuerpo serrano, lo entienda la sociedad o no.

Por último, el consejo más difícil de aceptar: ABRAZA LA INCERTIDUMBRE. No sabes si ese polvo va a salir bien. Pero tampoco sabes si vas a volver a ver a esa amiga con la que estás enfadada por la chorrada más grande de la historia o si al salir por la puerta te va a caer la maceta de tu vecina en la cabeza. Por desgracia, la vida no está hecha para las ansiosas, porque es el mayor de los misterios. Pero te diré una cosa: cuando te trabajas la ansiedad, el misterio de la vida deja de darte dolor de estómago y pasan a ser mariposillas juguetonas. Te das cuenta de que todo puede ocurrir, lo que resulta maravilloso. Nos pueden pasar cosas malas, lo que resulta natural, ley de vida, pero suelen ser experiencias que podemos sobrellevar mejor de lo esperado. Somos más fuertes de lo que creemos. También nos pueden pasar cosas preciosas, pero para ello debemos darles la bienvenida y disfrutarlas, porque si nos dedicamos a poner toda la atención en lo malo, el tren de lo bonito pasa y ni nos enteramos.

Ya sabes querida, si el sexo te quita el aire y no precisamente por haberlo practicado salvajemente, no lo dudes: PIDE AYUDA. Todo irá bien.