ODIO LAS DROGAS Y MI ENTORNO LAS NORMALIZA 

Este me parece un tema que puede suscitar mucho debate: Las drogas. Por drogas como tal, también entendemos aquellas legales como el tabaco y el alcohol, que lejos de ser inofensivas causan mucho daño, pero que desde pequeños nos han acompañado en el día a día y que consideramos de lo más normal. Hasta tal punto, que podemos llegar a comprender que nuestro/a hijo/a adolescente llegue a casa un sábado con algunas copas de más. Claro, nosotros y nosotras también lo hemos hecho (¡ojo! y lo seguimos haciendo).

Es algo que no llego a comprender, porque no es demasiado apropiado que un adolescente consuma drogas mientras su cerebro sigue en desarrollo, sean legales o no. No obstante, puedo llegar a pensar que esta normalización de aquellas drogas legales es más bien una cuestión social y política que personal. Pero más allá de esto, hoy me gustaría hablar de las drogas no legales, como por ejemplo la marihuana, la cocaína o la metanfetamina. 

No sé cómo lo percibís vosotros/as, pero desde mi punto de vista, estas drogas también se están normalizando en nuestra sociedad. Supongo que que compartáis esta opinión conmigo en parte dependerá bastante de donde viváis, porque tengo la constancia de que en los pueblos y ciudades más pequeñas se consumen más drogas que en ciudades más grandes. Esta conclusión la extraigo de mi experiencia personal, fruto de conversaciones que he mantenido con personas que viven en localidades más grandes. Del mismo modo, creo que también varía en función de las comunidades autónomas, pero yo os voy a hablar de lo que veo yo en mi día a día. 

Empezando con la marihuana, parece que se llega a considerar algo “normal” cuando hablamos de adolescentes. En mi caso, cuando tenía 13 o 14 años, me juntaba con chicos un poco más mayores (lo típico) y fumaban prácticamente todos; lo más alarmante es que sus padres lo sabían y se lo permitían. Normalmente en estos casos, las personas se llegan a autoconvencer utilizando falsos mitos sobre esta droga, como por ejemplo que es algo natural, que no puede ser malo porque tiene efectos terapéuticos, que no produce adicción o que es menos perjudicial que el tabaco, entre muchos más; y os aseguro que son mitos fácilmente desmontables.

Asimismo, me resulta increíble cómo pueden seguir fumando personas que conocen a otras que han experimentado brotes psicóticos a consecuencia del consumo de marihuana. A lo mejor también tiene algo que ver la imagen que se da de esta sustancia en series o películas, puesto que se muestra a personas que se ríen y se lo pasan bien, pero nunca a nadie con un problema a raíz de consumirla. Sin duda esto contribuye a que se pierda el miedo a la droga. 

Si bien es cierto que si hablamos de drogas “más duras” como la cocaína y la metanfetamina, se percibe un mayor miedo al consumo, así como mayor tendencia a encubrirlo. No obstante, esto no es suficiente para que los jóvenes no las consuman, ya que si hablamos de personas de entre 20 y 30 años, es fácil que las tomen cuando salen de fiesta, y en algunos casos incluso cuando quedan para tomar algunas cervezas.

Retomando lo que he comentado al principio del texto, puede que no compartáis esta opinión conmigo, pero os puedo asegurar que en mi pueblo basta con ir a los pubs un viernes o sábado noche, para ver a gente meterse en el aseo, bajar a la calle de abajo en grupitos o directamente sacar una papelina en medio del bar y repartir entre las copas de sus amigos. El problema de esto, más allá del deterioro de salud de las personas que consumen, es como contribuye a la normalización entre las personas que lo vemos, ya que no es extraño escuchar comentarios del tipo “si es que aquí se mete todo el mundo”, “es normal cuando sales de fiesta” o “pero si lo hace todo el mundo por una vez no pasa nada”. 

A mi personalmente me parece algo realmente alarmante, pero aunque os parezca extraño, en muchas ocasiones siento que soy la única persona que lo piensa así.  De ahí mi necesidad de explicarlo en este post.

Inés

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