Me encantan los animales y me pasé la infancia rogándole a mis padres que me dejasen tener una mascota, pero nunca coló.

Por más que lo intenté, no hubo forma de convencerlos.

Así que no me quedó otra que esperar a independizarme y creedme si os digo que lo primero que hice en cuanto firmé el contrato de alquiler, fue formalizar la adopción de Salem (aquí una fan de Sabrina que no se esconde). Mi gatito y yo nos instalamos en el piso antes de tener sofá, con eso os lo digo todo.

Salem no fue solo un sueño infantil cumplido, fue también mi compañero fiel en unos años que, por circunstancias de la vida, lo pasé muy mal. Al contrario de lo que se suele decir de los gatos, mi Salem es supercariñoso y sociable. Especialmente conmigo, obvio. Aunque también se muestra receptivo con aquellos a los que les va el pillando el punto, poco a poco y a su ritmo.

En resumen: AMO A MI GATO. No es que le tenga cariño, es amor puro e incondicional. Cosa que quizá solo otras madres de gatos puedan comprender.

Foto de Anna Alexes en Pexels

 

Pues bien, Salem y yo superamos el bache. Yo conocí a un chico maravilloso, Salem le dio su visto bueno y de pronto en casa éramos tres.

Y un poco menos de repente yo me quedé embarazada.

Salem se pasaba el día pegado a mí, preferiblemente en contacto con mi barriga, desde antes de que esta comenzara a crecer, como si él conociera mi estado desde el momento de la concepción.

A mí me daba miedo que con la llegada del bebé surgiera algún problema de celos. Estuve documentándome en internet y tal, haciendo todo lo habido y por haber para que resultase lo menos peligroso para el niño, así como lo menos traumático para el animal.

Foto de Vlada Karpovich en Pexels

Nació mi bebé, nos lo llevamos a casa y todo fue bien.

Salem no hizo ni el más mínimo amago de rechazar al nuevo miembro de la familia jamás. Se tomó su tiempo para asimilar la situación, pero no tardó en mostrarse curioso y en acercarse al peque.

Y así estábamos, todos felices.

Hasta que, a los pocos meses, los episodios de tos, estornudos y mocos que mi hijo padecía habitualmente, empezaron a ser más severos y a mezclarse unos con otros al punto de que no sabíamos cuándo había terminado con un catarro y cuándo se había puesto con el siguiente.

Ya nos habían avisado de que al empezar en la escuela infantil esa iba a ser la tónica, pero parecía evidente que no era solo eso.

Cuando el niño empezó a pasar más tiempo en el suelo, y menos durmiendo tranquilo en la habitación a la que Salem no entraba, llegaron los sarpullidos y las crisis respiratorias.

Volvimos al pediatra y mi hijo fue diagnosticado de asma de origen alérgico.

Tocaba ahora descartar qué era lo que le daba alergia, pero todo indicaba que el causante de sus males era el pobre Salem.

Para mi total consternación, las pruebas lo confirmaron.

Y ¿qué pasa cuando tu hijo es alérgico a tu gato?

Pues depende de qué tan graves son los síntomas que le provoca, pero nada bueno.

Desde el diagnóstico han pasado unas semanas que nosotros hemos dedicado a eliminar las alfombras y cortinas, a limpiar diariamente como obsesos, a limitar al máximo el contacto entre ellos, a instalar un purificador de aire, a ventilar constantemente, a cepillar y lavar a Salem al punto de que creo que me está cogiendo tirria…

Foto de Kate Photo en Pexels

 

Sin embargo, a pesar de todos nuestros esfuerzos y aunque mi niño no ha vuelto a tener una crisis relevante, los síntomas más leves no han llegado a desaparecer.

Se me parte el corazón porque empiezo a entender que la separación va a ser inevitable y no tengo ni idea de cómo sobrellevarlo.

He hecho algunos movimientos en mi entorno y es posible que una amiga pueda acogerlo, de esa manera, al menos podría seguir viéndolo. Pero mi Salem es todo un señor, temo que no se adapte fácilmente, que se sienta otra vez abandonado… y no sigo porque lloro.

 

¿Hay algún modo mejor de gestionar esto?

Estaré feliz de recibir vuestros consejos.

 

 

Anónimo

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

 

Imagen destacada de Tatiana Syrikova en Pexels