Cuatro mujeres nos cuentan cómo es la convivencia después de perdonar una infidelidad

 

La respuesta más fácil a la pregunta ‘¿Perdonarías una infidelidad?’ es NO.

Sin embargo, lo cierto es que uno no puede saber cómo reaccionaría ni qué haría si se entera de que su pareja le ha sido infiel. Es de esas cosas que hay que experimentar para averiguarlo y que, en muchos casos, nos sorprende con una reacción que no hubiéramos imaginado.

Seguro que si realizáramos un estudio nos encontraríamos con que el porcentaje de personas que han perdonado una infidelidad es mucho mayor que el de personas que, en el hipotético caso de vivirla, creen que serían capaces de perdonarla.

Las relaciones son complejas y la forma en que gestionamos nuestros intereses y sentimientos, todavía más. Por lo que no deberíamos decir a la ligera que de esa agua no beberemos.

Cuatro mujeres nos cuentan cómo es la convivencia después de perdonar una infidelidad
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De cualquier manera, y poniéndonos en el caso de que la balanza se haya inclinado hacia el lado del perdón, los dos miembros de la pareja tendrán que trabajar juntos en el restablecimiento de los pilares de su relación.

Y ¿cómo se hace eso? Pues habrá tantas formas como parejas y es muy probable que la fórmula que valga para unos no sirva en absoluto para otros.

Lo que está claro es que la infidelidad marcará un antes y un después con mayor o menor drama. Y, aunque no es lo mismo contarlo que vivirlo, aquí os transcribimos los testimonios de cuatro mujeres que nos cuentan cómo es la convivencia en pareja después de haber perdonado una infidelidad:

 

  • Clara. Llevábamos juntos siete años cuando, al volver de la convención de su empresa, me confesó que se había liado con una compañera. Él estaba muy jodido y arrepentido. Me pidió perdón mil veces y, aunque me resistí, al final le perdoné. Lo hice porque le quería muchísimo, pero no podía superarlo. Me volví superdesconfiada, le controlaba los horarios. Lo pasaba fatal si tardaba en llegar a casa desde la oficina. Me ponía de los nervios que tuviera comidas de empresa… Llegué a pedirle que me enviara fotos en las que se viera donde estaba y con quién. Se me fue la olla, pero bien lejos. En esos meses no hubo día en que no me lo imaginara con la compañera a la que yo solo había visto en una ocasión. Se lo echaba en cara cada vez que buscaba intimidad conmigo… Rompimos menos de un año después. A pesar de que sé fehacientemente que no volvieron a liarse, no fui capaz de volver a confiar en él.

 

  • Irene. Yo sufrí varias infidelidades y estas siempre habían sido motivo de ruptura. Pero para todo hay una primera vez y, cuando mi novio actual me contó que se había acostado varias veces con una ex, no sé por qué, le perdoné. Creo que ayudó que me hubiera hablado de ella en el pasado. Que me hubiera dicho que siempre le buscaba cuando sabía que estaba con alguien, que le presionaba para que volviera con ella y que, en cuanto lo hacía, lo dejaba tirado de nuevo. Llevábamos poco tiempo conviviendo y, salvo por esos deslices, nuestra relación era una maravilla. Pese a que él no me lo dijo con esas palabras, me di cuenta de que, por primera vez, no la había elegido a ella, y me aferré a eso. Lo cual no quiere decir que mi confianza no se viera afectada. Al principio me daba miedo que el vínculo que tenía con esa chica, y que tanto había tirado de él antes, fuese más fuerte que el que estaba forjando conmigo. Así que, durante un tiempo, fui la típica novia controladora que nunca hubiera aguantado desde el otro lado. Afortunadamente no me duró mucho, él tuvo bastante paciencia y hasta hoy.
Cuatro mujeres nos cuentan cómo es la convivencia después de perdonar una infidelidad
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Cuatro mujeres nos cuentan cómo es la convivencia después de perdonar una infidelidad

 

  • Leire. Yo era muy feliz con mi novio, pero éramos incompatibles en el plano sexual. Teníamos los típicos roles invertidos, lo hacíamos muy poco, de formas ultraconservadoras y siempre por iniciativa mía. De verdad que no me quiero justificar en esa mierda de ‘buscar fuera de casa lo que no me daban en ella’, pero debo confesar que, de algún modo, fue así. Una noche que salí con mis amigas me dio un aire y me acosté con el primer chaval que me hizo sentir objeto de deseo. Por supuesto, el arrepentimiento llegó en el mismo momento en que me puse las bragas. Se lo conté en cuanto llegué a nuestro piso y él, sin mediar palabra, cogió una maleta y se marchó. Volvió a los dos días. Me hizo jurarle por lo más sagrado que se había tratado solo de sexo y me perdonó. Yo pensaba que iba a ser duro, que me lo iba a hacer pagar de alguna manera, que la sombra de mi infidelidad iba a estar siempre presente. Para mi total sorpresa, nada de eso ocurrió. Al contrario. Mi novio empezó a mostrarse más proactivo en la cama. Aumentó la frecuencia de nuestras relaciones y empezó a ser también más creativo. Suena muy feo, pero puedo decir que la infidelidad no solo fortaleció nuestra relación, es que encima la hizo mucho mejor.

 

  • Rosa. Cuando mi marido cumplió los cuarenta, se compró un chándal, se apuntó al gimnasio, se dejó perilla y se lio con una chica que trabajaba en el super de enfrente. Así, todo de golpe. Me enteré porque le conocía como si lo hubiera parido, porque tengo más intuición que Esperanza Gracia y porque la chiquilla se había enamorado y me vino a llorar a casa cuando él la dejó. Y yo, que me jacto de ser una persona comprensiva y muy consciente de que errar es humano, escuché las explicaciones de mi marido y le perdoné. No obstante, una cosa es perdonar, y otra, bien distinta, confiar. Además, yo no entendía qué le había llevado a dejarse querer por otra ni, tal como me había confesado, cómo era eso del subidón del deseo y la adrenalina de lo prohibido y demás chorradas. Vamos, que no le dejaba que me tocara. Me daba mucho coraje y me costaba mucho esfuerzo recordar que le quería, que quería también lo que habíamos logrado juntos. Entonces un día me descargué la app de Tinder, me hice un perfil y, después de hablar durante semanas, quedé con un hombre. Reconozco que acudí a la cita con ganas de venganza, pero también de que me siguiera regalando la oreja, de sentirme deseada… Me tomé un par de copas, me fui con una excusa y, de vuelta a casa, perdoné de verdad a mi marido y di los primeros pasos para recuperar nuestro matrimonio.

 

¿Y tú?

¿Sabes de primera mano cómo es la convivencia después de una infidelidad?

Aquí estamos si nos lo quieres contar.

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