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El pasado 27 de junio se estrenaba la tercera y última temporada de Dark, la seria más sesuda de Netflix. Y los que seguís la serie coincidiréis en que la fecha de estreno no podía ser más acertada. Aunque a estas alturas, si sois tan locas como yo y os la habéis ventilado en un fin de semana, todavía estaréis dándole al coco intentando entender toda la trama.

En mi caso descubrí Dark después de haber acabado una de las temporadas de Stranger Things. Netflix que es muy sabio con sus algoritmos, me chivó que podía gustarme, así que viendo el tráiler me animé a embarcarme en esta serie de ciencia ficción y viajes en el tiempo. Todo empieza con la desaparición de un niño en un pequeño pueblo de Alemania y cómo esta desaparición, empieza a sacar a la luz las conexiones ocultas entre las familias protagonistas y una serie de viajes en el tiempo y sus efectos a lo largo de varias generaciones.

Bienvenidos al mundo de Dark

No voy a hacer ningún spoiler para las que no la hayáis visto todavía. Lo que sí que os diré que es una de las series con una trama más completa y liosa que he visto en mi vida. De esas que tienes que pausar un capítulo para pensar qué coño está pasando. Y  no es que yo sea cortita, es que Dark es una de las series más sesudas de Netflix que he visto.  Jantje Friese y Bara bo Odar, los creadores de esta enrevesada trama, realmente han conseguido mantenernos a todos en tensión temporada tras temporada. Y es que al principio con los primeros capítulos lo vas siguiendo todo bien. Luego poco a poco se va complicando y empiezas a perderte un poco. Pero es que los últimos capítulos de cada temporada provocan un auténtico big bang en tu cabeza que te deja peor que cuando empezaste.

Cuando intentas entender la trama de Dark

No asustarse, es el efecto normal de Dark. Tendréis que aprender a convivir con ello si queréis llegar al final de todas las temporadas. Eso sí, yo os recomiendo que intentéis haceros con un mapa genealógico de los personajes y las épocas, porque os aseguro que es una auténtica locura. ¿Aún así merece la pena? Totalmente. ¿Volvería a verla? Definitivamente. Entre otras cosas porque estoy segura de que se me han escapado miles de detalles que ahora, podré saborear más lentamente. Y es que la trama es tan rápida y dinámica, que es fácil que se nos escapen cosas. Y más cuando pasa un año entre temporada y temporada y tienes memoria Dory como es mi caso.

En mi opinión es una serie perfecta para hacer una maratón. Son 8 capítulos por temporada de una hora más o menos cada uno. Así que en un par de semanas la tienes vista. Y además de carrerilla, lo que facilita entender toda la trama y seguirla más fácilmente. Sobre la tercera y última temporada, simplemente diré que en mi opinión y contra todo pronóstico, no ha decepcionado. Sigue manteniendo su esencia y es cuando todas las piezas empiezan a encajar en tu cabeza, aunque sea para acabar provocando ese big bang mental que os comentaba y que te deja asimilando toda la historia días y días después de verla. Pero si hay algo que tengo que agradecer, es que no dejan temas sin resolver ni preguntas abiertas. Y menos mal, porque creo que mi mente no lo soportaría.

En definitiva, una serie de ciencia ficción más que recomendable si os gusta la temática de los viajes en el tiempo y los misterios familiares entrelazados. Parece más oscura y trágica de lo que realmente es, pero no olvidéis que todo lo que mueve a cada uno de los personajes, es el amor hacia sus seres queridos. Y es que ¿Quién no haría todo lo inimaginable por salvar a las personas que quiere? No digo más. 

Amor del bueno