Todas tenemos uno así de la adolescencia, llámalo amor platónico, crush u obsesión de quinceañera. 

Me lío, el caso, que sus amigos y él eran la panda que más molaba de todos los barrios de alrededor y como cinco años más mayores. Nosotras éramos las del montón, sin más, nuestras opciones eran cero y lo teníamos asumido totalmente, si alguna tarde en algún bar nos saludaba de lejos o nos sonreía, la tontuna nos podía durar tranquilamente dos semanas dando grititos y saltitos y ya.

Maduramos, de edad, no de cabeza y le perdí la pista bastante, hasta que un día enredando por Facebook lo encontré, se me dilataron las pupilas al ver su foto de perfil, estaba casi aún más guapo, que cruz volver a aquel sufrimiento. Por supuesto, no me atreví a mandarle solicitud de amistad, mandé a mis amigas de ahora a hacerlo por mi, el pobre las aceptó y le empezaron a vacilar y las aguantó con una paciencia infinita, al final me convencieron para que me portara como una persona acorde a mi edad y me hiciera su amiga. 

El tío seguía siendo puto amor, porque eso era lo malo, que encima de ser guapísimo a simple vista, es que tiene buen corazón. Empezamos con los típicos comentarios  y las típicas gilipolleces y él tan natural, como si nos conociéramos de toda la vida. Vivía fuera por trabajo, le amenazamos con ir a visitarlo y se lo tomaba todo a cachondeo.

Llegó la pandemia y volvió al barrio, la verdad es que ya hablábamos de cualquier tema y todo bastante natural, él sabía que yo tenía pareja pero de su vida privada no soltaba prenda. Mi chico seguía con su teoría de que era gay, a estas alturas poco me importaba porque me parecía un tío encantador como amigo y además como me iba yo a acabar enrollando con él, menuda ilusión.

Cuando las cosas se normalizaron, insistió para tomar un café, algo tan inocente como un café me puso muy nerviosa, y le fui dando largas.

Yo seguí con mi plan de distanciamiento social para mi beneficio mental, hasta que una función de baile de mi sobrina me la lio, cómo iba a pensar yo que iba a ir él a algo así, gilipollas de mí, ni me había acordado que ahora trabajaba en un gimnasio, bueno de hecho creo que es uno de los dueños y estaba detrás de la organización del evento, pero no me había dicho nada.

Hubo encuentro y dos besos y estás mejor en persona que en las pocas fotos de Instagram en las que sales y bla bla, pero todo muy de cachondeo y de amigo. Charlamos sobre las niñas, sobre tontunas y como estaba trabajando pues se excusó y se marchó. Casi me sacó una promesa de tomar ese café pendiente que yo tanto rehuía por razones hormonales. 

Qué guapo por favor, con esa mirada y ese aura de ligón sin querer y con la ternura del buen chico que era y seguía siendo, una tortura os lo aseguro. Mis amigas venga empujarme a hacer con él todo lo que ellas estaban pensando, venid vosotras guapas, que es muy fácil abrir la boca a kilómetros de distancia, pero esa boca pide a gritos demasiado y yo tengo pareja. 

Al final me la liaron, vinieron un fin de semana y sin yo saberlo, quedaron con él, no tengo ni idea de lo que estas pécoras salidas le dijeron, pero apareció tan guapo el cabrito, que me puse a buscar el desfibrilador por todo el bar, lo iba a necesitar y mucho.

Él seductor nato, las conquistó a todas con su sonrisa y sus palabritas y yo muerta de la vergüenza, nos dejaron un poco solos y me atacó sin miramientos, no me podía creer que esto me estuviera pasando a mí, joder ahora no. Esto hace mil años hubiera sido mi sueño hecho realidad, pero ahora no era el momento y no podía hacerle esto a mi chico.

Imaginad mi cara para decirle que no se armara líos, que de amigos lo que quisiera, nada por mi parte porque esto era un castigo innecesario, pero como algo más imposible. ¿En serio era yo la que hablaba?

Aceptó el golpe como pudo, sin borrar de su boca esa sonrisa que me llevaba a mi adolescencia sin parar. Tan caballero es, que seguimos hablando, nos hemos visto alguna que otra vez, nos permitimos vacilarnos a sabiendas que no va a pasar nada y hasta creo que anda con una pero lo lleva en secreto. Mi chico sigue diciendo que es gay, si él supiera…

Anónimo

 

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