Desde que soy pequeña me he preguntado y acomplejado muchas cosas sobre mi cuerpo, pero lo que más sin duda alguna, son mis zonas erógenas. Siempre me preguntaba por qué con 15 años tenía las tetas caídas, ¡pues normal llevando una 105D! Ahora lo sé, la gravedad actúa por sí sola, pero me acomplejaba mucho ir a la piscina y ver que mis pechos caídos y los de las demás bien puestos, más grandes o pequeños, pero ahí estaban en su sitio. 

Siendo sincera, entre nosotras, llegó un momento en el que me acomplejé hasta de mi fruta prohibida, porque como gordibuena que soy, bueno dejémonos de eufemismos, tengo también un chocho gordote, que abulta más que otros. Y claro, ponte tú unos vaqueros ajustados, iba a salir el camello antes que los reyes, y chica qué vergüenza, lo pasaba fatal.

Entre el camello, los michelines y las tetas caídas, yo ya me preguntaba si era una adolescente o una persona mayor, que olé ellas pero, ¿dónde narices estaba lo que el porno me enseñaba? O, ¿dónde estaba el cuerpo de mis compañeras? Bueno amigas, resulta que me había comidos dos cuerpos como esos. Ahora entiendo, que por suerte tengo esta gran herencia de mis abuelas, y esta complexión, y que no puedo hacer más que amar mi chocho y mis tetas que me dan placer y mis michelines que sirven para agarrar o morder.

Sin embargo, hace unos años me hubiese gustado tener la información que tengo hoy en día, que existen vaginas de todos los tipos: labios mayores más grandes, labios diferentes, clítoris más grandes, más gordos o más pequeños, labios menores que se ven más, más peludos, con la zona de las inglés más oscura o menos. Me hubiese gustado saber que mis tetas son igual de válidas que la de la vecina que hace topless y tiene los pezones mirando al norte, y no al sur como los míos. Que hay tetas más grandes e incluso casi inexistentes, que hay una más grande que otra, que los pezones son más oscuros, que tienen algún que otro pelo, estrías o granos, que solo hay una teta, o no hay ninguna.

Amigas tenemos que empezar a aceptarnos, eso cambiará nuestra forma de ver todo. Tenemos que empezar a valorar nuestros cuerpos, nuestras piernas más o menos cortas, nuestros torsos más definidos o nuestros michelines que sobresalen, nuestros brazos con pieles colgando o los más finos. Ya no estamos en siglos pasados y lo que antes era digno de ser venerado (tener la piel blanca y  estar delgada) ahora ya no es lo socialmente establecido y aceptado. Las modas cambian y siempre habrá alguien tan superficial y carente de empatía que opine sobre tu cuerpo sin ser preguntado. Quiérete y acéptate, lo demás te resbalará. 

¿Y si proponemos poner de moda que nos amemos infinitamente? Ya que la moda va y viene, pero nuestros cuerpos son los únicos que están ahí, pese a todo. Así que aceptémoslos siempre, que es el cuerpo que te lleva, que te deja sentir con tus cincos sentidos. Nuestros cuerpos  son los que nos mantienen viva.

Y, ¿sabéis que? Que todos los chochos y tetas son válidas. Dejemos de pensar que no  y de compararnos. ¡Ya basta coño, y nunca mejor dicho!

Diana R.