Avanzamos a medias en esto de la erradicación de la gordofobia. El sábado leí un artículo sobre el tema en una conocida revista “femenina”. Tengo que reconocer que nunca pensé que iba a leer sobre ello en esa publicación, Mujer Hoy, porque no suelen dar visibilidad a las gordas. Sin embargo, por fin se dedicaba unas páginas a esta fobia. Bien, equipo. Asentí con la cabeza varias veces cuando leí lo que se decía. Estaba la autora en lo cierto cuando señalaba que los gordos pueden serlo por comer y/o pueden serlo por diferentes causas, muy distintas ellas. Hablaba sobre la relación que existe entre la comida y las emociones, de los insultos que sufrimos muchas veces los gordos (y más las mujeres, obvio…), del miedo a la palabrita maldita: Gordo. Gorda. Gordura. G O R D O. G O R D A. G O R D U R A. No te desvelo más del escrito. Te lo dejo aquí para que le eches un ojo si te interesa.

Es de agradecer que un medio de comunicación así saque el tema a la palestra, aunque he de reconocer que eché de menos que no se nombrara en el artículo nuestro templo sagrado Weloversize (guiño, guiño), porque creo que no se puede negar que este es el medio que más lucha por la normalización de la talla, por la aceptación social y personal de los gordos. Nada que no sepas, que para eso tenemos hasta un manifiesto.

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Pero aparte de esto, me sentí decepcionada cuando, al pasar página, me topé con un reportaje fotográfico de moda de mujeres… reales. Sí. ¿Y cómo eran esas mujeres reales? Efectivamente, has acertado: “gordas”. Pero el problema no es que esas modelos fueran más allá del 90-60-90. El problema es que se pone la etiqueta de reales. Y es que en esta página también hemos hablado de ello hasta la saciedad: que reales, de verdad, somos todas. Y ellos también. Sin embargo, después de haber decidido incluir un artículo sobre gordofobia y sobre la aceptación, la publicación cae en la trampa. ¿Real solo por no ser delgada “estándar”? ¿Real por tener curvas? De verdad, esto no ayuda. Tal vez la revista quiso lanzar un número dedicado a las mujeres fuera de lo publicitariamente y fashionablemente común; pero si realmente se pretende amar a las mujeres (que va en la línea del título del artículo del que hablo), si se pretende lograr la aceptación de todos los cuerpos, tenemos que dejar de etiquetarlo todo.

Y es que muchos de los que estamos concienciados sobre este tema tenemos cristalino que de mentira no hay nadie; pero, ¿y si una persona que no lo tenga tan claro ve fotografías de mujeres “reales” y ve que no encaja en esa imagen? ¿Y si es “demasiado” gorda o “demasiado” delgada? Entendemos que no se va a tirar de los pelos pensando que es un ser humano de plástico, pero sí se le puede crear un complejo (que ya sabemos que estos brotan cuando menos te lo esperas y por la cosa más tonta). La responsabilidad que tienen estos medios de comunicación va más allá. Es perfecto que se quiera mostrar un cuerpo diferente a lo que vemos a diario en pasarelas, pero dejemos de querer empatizar con el público, mujeres en especial, que pasan de la talla 38 diciéndoles que no se preocupen si les sobran kilos, que si es así es porque son reales. ¿Queremos que todos se sientan a gusto con sus cuerpos? Bien, pues tal vez haya que cambiar la mentalidad y dar igual visibilidad a todos los cuerpos. Pero todos significa todos. Porque es de una hipocresía brutal hablar de “mujeres reales” mostrando a modelos de una ¿qué, 46 como mucho?, bien proporcionadas; pero mirar hacia otro lado si se sale de esa óptica. Tal vez es que lo que se escapa de estos cánones aceptados sea demasiado real. Tanto, que parezca mentira que podamos existir.

Red

 

Foto del texto Silvana Denker