Mi empresa es una mierda.
Es una cadena de supermercados de los que tienen de todo un poco, no puedo dar nombres por motivos judiciales.
Es esa típica empresa en la que tú solo eres un número más. Quieren que cumplas con tu trabajo y que no falles en nada, porque cuando empiezas a fallar, vienen los problemas.
Tenía una compañera que, por motivos personales, tuvo depresión. Se dio de baja, empezó a ir a terapia y poco a poco, empezó a recuperarse.
A todas sus compañeras nos supo fatal y nos preocupamos mucho por ella, la íbamos a ver a su casa y quedábamos todas para comer con ella y darle nuestro apoyo.
Cuando por fin nos dijo que se iba a incorporar en un par de semanas, nos hizo mucha ilusión, tanta, que lo comentamos en el trabajo y llegó a oídos de las supervisoras.
Empezaron a haber comentarios y miraditas entre ellas, todas lo notábamos, pero no entendíamos por qué, hasta que directamente, las escuchamos criticar a nuestra compañera.
Dijeron perlas como que lo que le pasaba es que era una vaga, que no podía tener depresión siendo tan joven, que no quería trabajar, que las generaciones de ahora no sabíamos lo que era pasarlo mal, que ellas también estarían muy a gusto en casa con paguita…
Fue muy desagradable, los comentarios se repitieron todos los días, cada vez con menos cuidado, hasta que llegó mi compañera. Entonces fue a peor.
La tenían enfilada y no le pasaban ni una. Cada dos por tres le llamaban la atención delante de todas y la intentaban humillar. En más de una ocasión mi compañera se fue llorando al almacén, para después salir con los ojos hinchados y que la mirasen aun peor.
A nosotras nos hervía la sangre y empezamos a intervenir, pero era complicado y siempre la desautorizaban diciendo que ella estaba muy sensible porque claramente aun no estaba bien.
Después de unas semanas duras, mi compañera decidió hablar con el sindicato, que tras varias investigaciones y después de hablar con algunas de nosotras, le recomendó que denunciase a la empresa por mobbing.
Ella dudó mucho, pero con nuestro apoyo, se armó de valor y les denunció.
A la empresa le llegó la notificación y empezó el proceso judicial. Ella nos pidió a algunas de nosotras que declarásemos lo que había pasado y de pronto, ya no estaba tan claro.
Muchas de mis compañeras que la habían defendido, se retiraron y no quisieron saber nada del juicio. Se negaron a declarar alegando que podían tener represalias y por miedo a que le hicieran lo mismo a ellas.
Mi compañera estaba muy vulnerable y, aunque a mí también me daba vértigo, como vi que nadie la apoyaba, acepté declarar.
En la declaración lo expliqué todo, con detalles. Me preparé un documento con lo que había vivido directamente y cosas en las que no estaba yo, pero también me había enterado y todo el mundo hablaba de ello. Di nombres y apellidos, días y horas concretas, me preparé una defensa muy blindada para mi compañera y, eso más las demás pruebas, hizo que ganase el juicio.
Me alegré mucho por ella, porque de verdad que era un ambiente muy hostil y ella no se merecía nada de eso.
Pues cuando volví al trabajo después de saber que ella había ganado el juicio, vino lo peor.
Mis amigas y compañeras me dieron la espalda de una manera radical. Llegué y ni ellas ni mis supervisoras quisieron hablar conmigo. Vamos, que ni me saludaban.
Solo me hablaban para darme alguna instrucción y a la hora de desayunar desaparecían todas.
Esas compañeras que tanto habían apoyado a la victima y que a la hora de la verdad la dejaron tirada, estaban pagando conmigo todo lo que había pasado.
Probablemente fue todo por miedo, tampoco puedo juzgarlas, pero me molestó muchísimo sentirme sola de repente. Ellas fueron con cuidado de no hacer nada fuera de lugar ni elevar el tono, pero me estaban haciendo el vacío.
Ir a trabajar empezó a ser un infierno, cada día me costaba más ir a un ambiente tan malo y lidiar con las miradas y los silencios. Me planteé denunciar, pero al final lo dejé estar y pensé en cambiar de trabajo.
Cuando por fin encontré algo, di los 15 días a mi empresa y me fui sin decir nada.
A día de hoy es un tema que aun me molesta y pienso que debería haberme vengado, que quizás debí denunciar o al menos irme pegando cuatro gritos, pero también pienso que irme así me ha dado paz y que no valía la pena enfrentarme a algo así.
Da mucha rabia que las empresas puedan tratarte de esta manera y, la mayoría de las veces, se vayan de rositas. Por no hablar de las compañeras, que lo son hasta que dejan de serlo.
¿Tan difícil es encontrar un buen ambiente laboral? Al parecer sí.
Si algo he sacado en claro, es que en el trabajo no se tienen amigos.
Anónimo
Envía tus movidas a [email protected]