Déjame decirte una cosa, aunque sé perfectamente que,

irremediablemente,

sacarás de contexto mis palabras, las utilizarás en mi contra,

y continuarás tranquilo por ese sendero paralelo al mío.

 

Déjame decirte una cosa, aunque no necesites escucharla,

y pienses que son solo palabras pronunciadas por una necia,

de las que tropieza con la misma piedra y piensa que tiene más de siete vidas

para desperdiciarlas contigo.

 

Déjame decirte una cosa, aunque no quieras escucharla,

porque siempre has sido más de arrastrarte(me) por el suelo que de volar,

de esconderte en la esquina de mi tristeza,

cerrándome las puertas de la felicidad.

 

Déjame decirte una cosa, aunque puede que ya la sepas,

y la utilices de coraza para sacarme de tu camino,

para arrastrarme hacia el precipicio,

para poner mi mundo en pause y condenarme al stop.

 

Déjame decirte que,

aunque sigas doliendo,

pese a lo que hayas dolido,

y a sabiendas de que seguirás doliendo,

cerraré las puertas a cal y canto para asegurarme de que no entre un resquicio de ti en mí.