¿Sabéis cuando vais andando por la playa y veis esas banderas rojas que te dicen: prohibido el baño que te ahogas, chata?
Pues yo a lo largo de mi relación he visto MUCHAS RED FLAGS. Banderas de todos los colores y tamaños (Puede que incluso haya visto alguna bandera pirata por el camino) y me las he saltado todas con nocturnidad, premeditación y alevosía.
Porque hoy vengo a confesar que yo también me he enamorado y he pasado por alto cientos de cosas que como mujer – y feminista- juré y perjuré que jamás toleraría. Mentiras grandes – bueno no, grandes no, GIGANTES – que eran más luminosas que el alumbrado de la feria de Sevilla. Y he agachado la cabeza y mirado hacia otro lado porque si las asumía- si aceptaba que de verdad eran mentiras, todo lo que vendría después me partiría siquiera con sólo imaginarlo.
He agachado la cabeza ante situaciones tan peligrosas que yo misma pondría el grito en el cielo si le hubieran pasado a cualquier otra mujer. He callado cuando tenía ganas de gritar y he llorado de impotencia al tener que pedir perdón por cosas que jamás fueron culpa mía.
¿Y sabéis que es lo peor de todo? Que me he traicionado a mí misma. Me he dejado pisotear, humillar e insultar. He seguido aferrándome con toda mi alma a una relación rota, construida a base de mentiras. He luchado con uñas y dientes por algo que me hacía pequeñita, frágil e insegura cuando me prometí que no volvería a sentirme así nunca más.
Y te sientes tonta, atrapada en una situación que siempre se repite – las mismas peleas, las mismas excusas de mierda de siempre e incluso los mismos gritos- incapaz de encontrar las fuerza necesaria para marchar y cerrar la puerta de un portazo al salir. Al final, te acabas creyendo tanto el contigo ni sin ti que de la mujer fuerte y valiente que eras ya sólo quedan cenizas.
Y aunque el barco se hunde, tú sigues aferrada al mástil porque piensas que contigo puede ser diferente, que al final va a cambiar porque lo vuestro es de verdad y el amor nunca falla. Al amor nunca se le abandona y por el amor mueres si es necesario.
Pues déjame decirte que no. Que si te descuidas el amor también te mata y que nunca fue suficiente. Que necesitas paz, confianza y tranquilidad, no estar jugando cada día a esta ruleta emocional, intentando descubrir si hoy será el día en el que te quiera de verdad.