Llevo consumiendo pornografía desde los 15 años, que se dice pronto. Media vida masturbándome única y exclusivamente viendo videos porno, y hasta hace unos meses me parecía lo más normal del mundo. También me parecía lo más normal del mundo ser incapaz de correrme en pareja. Vamos, que sólo lograba un orgasmo si frente a mí había una pantalla con un vídeo que consiguiese encenderme lo suficiente.

Un buen día leí en Internet que TODAS las mujeres teníamos la capacidad de ser multiorgásmicas. No sé hasta que punto será cierto, pero inevitablemente apareció en mi mente un pensamiento demoledor: ¿Y si has condicionado tus orgasmos al porno y por eso no puedes correrte en pareja? Es como cuando te acostumbras a un detergente para la ropa y luego los demás te parecen malos. Mi cerebro sólo se excitaba de una manera, y eso me pareció intolerable.

Resultado de imagen de fake orgasm

Quería tener control sobre mis orgasmos. Quería poder disfrutar con la mente en blanco y los ojos cerrados. Quería poder correrme sin necesidad de un móvil o un ordenador frente a mí. Quería poder sentir el mismo placer que un tío cuando echaba un polvo.

¿Cómo? Dejando el porno.

No estaba segura si funcionaría. Era un pequeño experimento en plan “dejé el porno durante un mes y esto fue lo que pasó”. Y en ese momento comenzó mi pequeña investigación privada.

Al principio fue frustrante. Me tumbaba en la cama, cerraba los ojos, empezaba a acariciarme y por muy placentero que fuese no conseguía acabar. Se me cansaba la mano, se me adormecía el chichi o me aburría. ¿Por qué era tan difícil correrme? Y de repente sin vérmelo venir tuve un orgasmo. Fue bastante flojo, pero era un orgasmo, y eso me pareció tan motivador que decidí seguir con mi experimento.

Cada vez me costaba menos correrme sin porno. Había días que era incapaz, pero en general lograba mi objetivo o bien con mis manos, o bien con la alcachofa de la ducha, o bien con juguetes sexuales. Estaba tomando el control de mis orgasmos y no podía sentirme más feliz.

Resultado de imagen de fake orgasm

Y llegada a ese punto decidí generalizar lo aprendido. Era el momento de correrme con otra persona. Total, que empecé a estimularme mientras le daba al tema con mi chico, y NADA. Pero al igual que en solitario, un buen día llegó un orgasmo, el primero de toda mi vida en pareja. Esa sensación no se compra con dinero.

Ahora mismo no quiero ver el porno ni en pintura. Al margen del contenido machista de la mayoría de videos, me he dado cuenta de que la pornografía había arruinado mi capacidad. Una cosa es tener un amplio abanico de posibilidades y escoger ver porno porque te apetece un día, y otra muy distinta es depender de él. Mis orgasmos son míos, y no de una página web.