Pongámonos en un supuesto hipotético genérico (guiño guiño)

¿Alguna vez os habéis preguntado si lanzarse al abismo de la pasión y la lujuria con tu superior sería una buena idea?  Bien señoras ¿qué tan mala idea es tirarse a tu jefe? Sólo pregunto para una tarea.

Para poneros en contexto. Digamos que estás en tu oficina, trabajando diligentemente en tus tareas diarias, y de repente, te das cuenta de que tu jefe está cañón, de esos atractivos que te dejan las bragas mojadas. Es comprensible, después de todo, el poder puede ser un gran afrodisíaco. Imagina de repente que un día te das cuenta de que su sonrisa seductora, sus ademanes seguros y su capacidad para tomar decisiones rápidas y efectivas te calientan como un microondas, digamos que a lo mejor su culo para partir nueces y sus espaldas de nadador profesional enfundado en un bonito traje también ayudan. Pero que antes de lanzarte a lo bestia y gozar de posibles orgasmos desenfrenados, porque total, de perdidos al río; decides considerar las siguientes situaciones antes de embarcarte en esta aventura romántica/lujuriosa/decadente de proporciones épicas (porque sabes que será una jodida catástrofe como salga mal).

 

En el nivel más bajo de la escala con un 1, tenemos «la manzana prohibida». Tirarse al jefe puede ser tentador, jodidamente tentador, al menos a mí siempre me ha dado morbo, pero también lanza señales de alarma de inmediato. ¿Qué sucederá si las cosas no funcionan? Tus colegas sospecharán que tu posición privilegiada está basada en algo más que en tus habilidades profesionales, siempre hay alguna arpía de esas por la oficina. Y si la relación termina en malos términos, el ambiente laboral se verá afectado y se correrá el riesgo de perder tu trabajo junto con esa irresistible relación sexual.

Saltando al número 5 y subiendo en nivel de mala idea nos encontramos en la tierra incierta. ¿Qué pasa si tu jefe muestra interés en corresponderte, pero solo lo hace por su propio beneficio? Podrías terminar siendo un títere en sus manos, cumpliendo todos sus deseos, mientras te olvidas de tu propio crecimiento y objetivos profesionales. Ser utilizado como un objeto de deseo por alguien con mayor poder ciertamente no es una situación ideal, aunque puede no importarte ser usada como un objeto sexual, (si me da el polvo de mi vida ya os digo que no me importaría ser usada, cada una tiene sus límites)

 

Ahora, avancemos hacia el número 8, la cosa escala. Imagina que la llama de la lujuria está ardiendo con intensidad y de repente también hay amor, pero también lo hace tu carga de trabajo. Mantener una relación secreta con tu jefe sin que nadie más se entere puede convertirse en una tarea descomunal. Tendríais que actuar como si fuerais enemigos en la oficina y amantes apasionados fuera de ella. Raro y complicado. Habría que encontrar momentos furtivos para encuentros prohibidos, y cualquier error podría tener consecuencias catastróficas. ¿Vale la pena arriesgar tu paz mental y profesional solo por un poco de sexo? (Esa pregunta es fácil de responder si el sexo es mediocre, pero como sea un actor porno y Dios supremo del sexo lo tienes jodido)

Finalmente, llegamos al número 10 de jodido. Aquí es donde la mala idea se convierte en la peor pesadilla. Supongamos que tu aventura con tu jefe llega a su fin de manera abrupta y desastrosa. ¿Cómo continuar en tu trabajo con lo que sucedió? Si sólo lo sabéis vosotros, vale, ¿pero si se entera toda la puta oficina qué? Y todas sabemos que en todas las oficinas está doña chismosa, la mujer que se entera de todo y lo suelta y entonces sería el tema de conversación durante los descansos para el café y cualquier error que cometas se verá magnificado. Tus colegas podrían comenzar a cuestionar tu profesionalismo y capacidad de concentrarte en tu trabajo. Por otro lado muchos de ellos es posible que sean unos envidiosos, pero no es cuestión de meter leña al fuego.

En conclusión, del 1 al 10, la idea de tirarse a tu jefe es definitivamente una mala idea, desde el punto de vista laboral. Lamentablemente si todos tuviéramos la cabeza tan fría en el curro no existirían las miles de historias que hay entre jefes y empleados.

Además… no todo tiene que ir tan mal ¿No?