Voy a pedirle que se case conmigo después de haber sido madre. 

 

No sé cómo explicaros esto chicas, pero estoy decidida a hacerlo. Voy a pedirle a mi chico que se case conmigo. 4 años después, una relación con sus grandes altibajos, un bebé (o un niño ya de por medio) y muchos cambios a nivel personas de por medio, voy a pedirle a mi novio si quiere compartir su vida oficialmente conmigo.

Con toda la ilusión que pone un niño cuando pide salir a la chica que le gusta, como si fuese a perder mi virginidad otra vez… Voy a hacerlo.

Yo, mujer, joven y con un niño, esquivando todos los comentarios fuera de lugar que se nos vengan. Viendo el mar de fondo, con un anillo no muy caro y poniéndome de rodillas en el mediterráneo, con unas cervezas o unos mojitos en una mesa de un chiringuito típico veraniego (primera vez de mi chico de vacaciones en el sur).

Y no os voy a mentir, no se cuál será su respuesta, y a veces me aterra un “no”, que se ría de mí o no me tome enserio. Aún no se 100 % como voy a hacerlo, sólo sé que será antes de que acabe este mes.

Sé que nuestro camino no ha sido fácil, pero a partir de ahora quiero hacer este camino de su mano como su mujer además de la madre de su hijo.

Que quiero que todas esas personas que por equivocación se refieren a él como mi marido no lo hagan en vano, que lo sea de verdad. Y mirarle y pensar que además de ese vínculo tan fuerte que tenemos los dos haya un papel que lo demuestre.

Y es estúpido, sí. Pero quiero ser su mujer. Y despertarme por las mañanas y ver a mi marido en mi cama. Que si al final nos casamos por la iglesia mi hijo sea quien nos lleve al altar los anillos mientras juguetea y corre con ellos.

Y mi padre me lleve del brazo y mi madre coloque mi pelo cuando esté nerviosa y me diga que todo está bien.

O no. O casarnos los dos, (en ecuación los tres), y que sólo lo disfrutemos nosotros en familia.

Que sea lo que sea me diga que sí, bajo la mirada del sol poniéndose en ese mar de la costa de la luz. Bajo la vista de algunos guiris y poniéndome roja de la vergüenza, porque lo normal no es que yo me agache, lo normal no es que yo lleve el anillo, lo normal es que al quedarme embarazada lo pidiese él o fuésemos por las prisas, casándonos de “penalti”, y no meses – o años – después.

Pero es que el amor va primero, se va construyendo y creo que este es nuestro momento. Ni antes ni después.

Cuando hemos encontrado nuestro hueco, cuando nos hemos sentido a este nivel en pareja. Y cuando quiero proponerle este paso tan importante en nuestra vida.

Deseadme suerte, porque sinceramente estoy hecha un flan.

¡Os contaré mis novedades en cuanto las tenga!

 

Whirlwind