Una pregunta indiscreta, ¿vosotras cómo os laváis? Porque me hace gracia conocer las costumbres de los/as demás cuando se trata de rituales de baño. Aún recuerdo la primera vez que me quedé observando a mi novio en la ducha. De vez en cuando, se acerca la alcachofa a la boca, como si fuera a cantar, menea la cabeza rápidamente de lado a lado y se echa un chorro de agua que luego tira. Inexplicable e inútil para el aseo, pero lo hace varias veces en la sesión. Es una manía. 

Todo esto comienza un día en el que le pregunté a mis amigas qué gel íntimo usan. Yo uso uno de marca blanca, pero fui a un súper en el que no lo tenían y me traje uno de una famosa marca que me dejó el chirri con frescor mentol. Me picaba y todo, incluso me tuvo que echar aire agitando la mano, como si me hubiera metido en el pepe un caramelo Pictolín.

Como aquello me pareció sospechoso, fui a preguntarle a mi consejo de sabias que si era normal, si ellas usaban gel íntimo, cuál y cómo les iba. Tres de las seis a las que pregunté no lo usan, las otras tres sí. Luego he sabido que las/os ginecólogas/os recomiendan usar, de manera preferente, solo agua. Pero esa no la cuestión, sino la conversación a la que dio paso.

Los hábitos de otras son hábitos raros

No me había parado a pensar que, en el baño, tenemos un ritual fijo que seguimos a rajatabla. Quien empieza enjabonándose por arriba lo hace así siempre, y así se repite con cualquier otra acción. Todo lleva un orden y un procedimiento que es igual en cada ducha, y que nos parece lógico.

Pues bien, la conversación fue peculiar:

-Pero, a ver, las que usáis gel íntimo, ¿usáis una manopla diferente para el chocho y para el cuerpo?

-No uso manopla.

-¿Y cómo te lavas las orejas por fuera?

-Eso es aparte. ¿Y tú? ¿Te metes la manopla en el culo?

-Sí.

-¿Y luego la dejas allí para que la coja otro? 

-No, la echo a lavar después de cada vez. 

-¿Y qué haces? ¿Poner una lavadora de solo manoplas una vez a la semana? ¿Cuántas tienes?

Hay personas que tienen la manía de no secarse con toallas ni siquiera mínimamente húmedas, así que usan una toalla limpia y seca a diario. Otras que se duchan mañana y tarde sin tener un trabajo que fuerce a hacerlo, como si tuvieran algo que ocultar en su aroma o en su piel. Y hay otras que se ponen desodorante desde el hombro hasta el antebrazo al pasar el roll-on.

Lo que es de cerdo, es de cerdo

Cualquiera dirá: “Bueno, que cada cual se lave como quiera, mientras se lave”. Os entiendo. Porque un día le puedes ver a alguien un poco de mugre detrás de la oreja y piensas que tiene que perfeccionar sus hábitos, pero no le das más importancia. Pero tener un compañero de oficina al que le huele la axila día sí, día también, no es llevadero. Y no porque tenga un sudor fuerte, el pobre, que se podría entender, sino porque claramente le da pereza el agua.

Hay costumbres que provocan risa y otras que son de cerdo, directamente. Y, para eso, sería mucho más ilustrativo lo que cada cual hace cuando va al baño no para ducharse, sino para hacer aguas mayores y menores. Miedo me da preguntar qué hacéis cuando no hay papel en el baño, pero porque la primera guarra soy yo. No voy a decir qué cosas he usado para retirar el exceso de orina y manchar las bragas un poquito menos. Me da demasiada vergüenza.

A la hora de limpiarse el trasero, hay quien prefiere capa simple y quien opta por doble o triple. Hay quien se limpia desde atrás hacia delante y hay quien hace una pasada y quien refriega como quien retira los restos de comida de un plato al fregar. Que se le quedaran restillos de papel en el cerete, pero bueno, ellos sabrán.

Lo más escatológico que he escuchado sobre todo esto me lo contó un amigo que vivió en el extranjero. No sé qué nacionalidad tenía uno de sus compañeros de piso, pero se dieron cuenta de que jamás tiraba de la cadena cuando iba al baño. Iba a lo que fuera, cerraba su puerta, salía, pero no se escuchaba el clásico sonido de la cisterna.

El misterio ya les estaba escamando demasiado, hasta que, no sé cómo, se enteraron de que el tipo pescaba el mojón en la taza, lo envolvía en papel higiénico y lo tiraba a la papelera. No me preguntéis el motivo ni el procedimiento, porque ni amigo lo sabe. Pero así era.

Quizás la de los hábitos de higiene y su procedimiento debería ser una de las primeras conversaciones que se tienen en la pareja. Te revela muchas cosas, aunque no siempre agradables.

 

Azahara Abril