¿Dónde están mis bragas? Una frase que ha marcado mi vida sexual desde la primera vez. 

 

Por alguna razón siempre las pierdo al empezar a follar. No sé si es que siempre me he liado con tíos muy brutos, pero al acabar, una tarea obligada era ponerme a buscarlas después de que el chico de turno las tirase por ahí. Y siempre acababa haciendo la misma pregunta. Esto también me ha servido como muletilla contra mamones excesivamente creídos. 

Uno de esos mamones creídos acabó siendo mi novio. Y ojo, no era tan mamón ni tan creído como me pareció en ese momento. Para aprender a no juzgar por las primeras impresiones. 

Ambos nos conocimos en un carnaval, y a partir de ahí, empezamos a quedar de forma muy informal. La primera vez que nos acostamos, él estaba nervioso, y como no podía ser de otra forma, al bajarme las bragas, las lanzó a confines que intuyo que estaban en Narnia. El polvo fue bastante bien, y al acabar, el tío huevón me besó, y yo lo abracé. Entonces empezó a ponerse nervioso. Se apartó un poco, comenzó a vestirse, y yo mientras descubrí que como era habitual allí estaban mi camiseta, mi sujetador, mis pantalones…pero ni rastro de las bragas. Comencé mi búsqueda, analizando la habitación, y él empezó a hablar, sin que yo, sinceramente, le hiciese mucho caso. 

Ahí fue cuando se puso chulo. Empezó un discursito que decía algo así como “Espero que después de esto no vayas a pillarte, la verdad  es que yo ahora no quiero atarme a una sola tía y…” ahí se mosqueó al ver que no lo miraba con ojos de Candy Candy para pedirle su amor y me preguntó qué coño estaba haciendo. Yo, que estaba a cuatro patas mirando debajo de la cama me giré muy tranquila y dije “ ¿Dónde están mis bragas?” ante eso no pudo hacer otra cosa que ayudarme a buscar, mirándome de reojo en ocasiones. 

Cuando al otro día se fue, me contó más tarde que una vez montado en el taxi, esperaba que yo me quedase mirando el coche hasta que se largara, pero que al mirar, me vio ya por el fondo de la calle. Y que ahí, recordando como me puse a buscar las bragas mientras él hablaba, se descojonó. A partir de ahí empezamos a hablar más. 

A día de hoy sigo buscándolas cada vez que follamos, y la verdad, no me va nada mal, porque de esa primera vez hace ya cinco años.

M. Lancaster