No hay nada más horrible que juzgar a una persona sin saber la batalla que está lidiando.

Si quiero rizar el rizo, me atrevo a decir que no hay nada peor que juzgar a una madre en medio de la crianza, porque es un periodo apasionante de la vida a la par que duro y agotador.

A día de hoy no sé cómo pude ser capaz de no dormir en semanas, pero si fui capaz de eso, sé que puedo enfrentarme a cualquier cosa.

Al ser madre novata, tener a mi marido fuera trabajando y contando con que en mi trabajo tengo una buena disposición para poder pedir citas en cualquier especialista, solicité ir al psicólogo para que me ayudase a gestionar toda la presión que suponen los primeros meses de vida de bebé.

En mi mente la idea era genial: alguien que lidia con este tipo de problemas me dará directrices a seguir para que el bebé duerma y yo pueda descansar un poco. Pero la experiencia que tuve que sufrir no se la deseo a nadie.

Para empezar, tardaron la vida en atenderme. Estuve un buen rato en la sala de espera meciendo a mi hijo porque estaba nervioso. Las enfermeras me miraban raro porque el niño lloraba, pero es un niño, no podía hacer otra cosa que intentar calmarle.

Tras un buen rato de ea ea, me dieron paso a la consulta. Entré con el peque agarrado a la teta y saludé en voz baja. Me costó un poco sentarme delante del doctor, pero este no me quitaba ojo.

Yo pensaba que me preguntaría mi nombre y algunos datos más, pero no, me miraba de tal manera que sentía que me clavaban estacas. Como no decía ni mu, me presenté. Le dije mi nombre, mi edad, mi trabajo y que había ido porque el niño no dormía y yo era una zombie andante.

Se cruzó de brazos, me hizo un gesto de carcajada y me soltó:

¿Qué pasa? La maternidad se te ha quedado grande, ¿verdad?

¿¡Perdona?!

No le di oportunidad ni de que se explicara. Me levanté aprovechando que el niño estaba dormido, lo metí en el carro y me fui a ponerle una queja.

¿Se creía que iba a responder que sí, lloraría y se acabarían todos mis males?

¿Otra madre en mi situación habrá tenido que aguantar a un cenutrio de tales dimensiones?

No le deseo el mal a nadie, pero ojalá que este señoro tenga a su lado a alguien que le recuerda que se le queda gran eso de la empatía, para que le paguen un poquito con su propia medicina.

 

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]