Soy del clan Mamá en Pandemia. Me quedé en Navidad así que viví mi segundo trimestre de embarazo encerrada y cuando salí a la luz tuve que contarle al mundo que cojones era ese bulto que tenía en la panza.

¡UN BEBÉ! ¿QUÉ DICES? Pero… ¡¿CUÁNDO HA PASADO ESTO?!

Sí, sí, conseguimos aguantar videollamadas enfocando nuestras cabezas porque queríamos mantener la magia del cara a cara y decidimos decirlo a la familia próxima y a unos amigos que JUSTAMENTE estaban esperando su segundo hijo. Aunque el secretismo se nos comía por dentro fue muy bonito poder compartir el embarazo con dos buenos amigos. Fuimos el apoyo que necesitábamos los unos para los otros. Compartir y también comparar, porque en ambos casos la situación se fue de madre y nos encontramos con cada cosita que no sabíamos ni afrontarlo:

 

  • Las limitaciones en las ecografías y otras pruebas: Mi pareja pudo venir a la primera ecografía (antes del confinamiento) y A NINGUNA OTRA VISITA MÁS. Viví sola todos esos momentos de anhelo, miedo y felicidad. Entraba ahí con el móvil en la mano y salía histérica y corriendo para el coche con unas ganas terribles de chillar todo lo que había pasado. Imagínate vivir sola esos momentos. El sentirte sola ante una situación que nunca has vivido antes.

  • El trato del personal: Todas crispadas y en estado de alarma constante, dándote el menos tiempo posible de atención para no compartir nada contigo. No quieren responder preguntas ni quieren estar en la misma sala que tú. Quieren hacer lo que tienen que hacer rapidito y que te vayas. Eso si te atienden en persona, claro, porque la mayoría de “revisiones” eran por teléfono. Es jodido sentir que le molestas a la persona que te debería estar acompañando. Entendible por la situación, pero jodido igualmente.

 

  • Las mascarillas: Puedo comprender las mascarillas en las ecografías o análisis, pero íbamos a parir con una PCR recién hecha por lo que las que dimos negativo alguien me puede explicar ¿por qué cojones nos hicieron parir con mascarilla?. En serio os lo pido porque aún recuerdo sus vocecitas demandantes entre sudores, contracción y contracción, para que me la pusiera bien. Podría haber hecho el pino y cantar una copla también.

Esto va en relación directa con la pandemia. Ahora vienen otras cosas que se te quedan en el tintero cuando estás ahí y te planteas cuando la vorágine del parto ya ha acabado.

  • La primera es ¿por qué esa postura obligada? Esa, esa, la de tumbadita patas arriba. Le será cómodo a la persona que te atiende, pero ya te digo yo que en mi caso estaba de todo menos cómoda con todo el chochamen ahí expuesto y ese frío de cojones que hace en los paritorios.
  • La segunda sería ¿por qué no respetaron nuestro plan de parto si no había problemas ni peligros? Si tenéis prisa o falta de espacios y personal, ok. Si hacéis eso todos los días y lo habéis normalizado, ok. Si estáis cansadas, ok. Pero no tenían ningún derecho a decidir por nosotros ni tratarnos como lo hicieron. Fue mi primer y posiblemente único parto, ¿por qué no dejarme vivirlo a nuestra manera, a mi ritmo, como yo os he pedido explícitamente antes de empezar a todas las que habéis entrado en la sala?
  • Y la última va para todas… ¿Por qué no tuvimos clases de preparación o clases de posparto? No entiendo el motivo de no atender todas esas dudas e inquietudes aunque fuera de forma online. Tenía miedo. Necesitaba apoyo. Y solamente tuve límites, prisas y malas caras…

 

Moreiona