Os vengo a contar una historia que ojalá fuese falsa, pero tiene más verdad que un diccionario. Además no me ha pasado ni una ni dos ni tres veces, sino unas cuantas y con distintos hombres. Ojo, hombres supuestamente hechos y derechos, que tenemos ya una edad.

La movida comienza así:

Chica conoce chico. Chico conoce chica. Da igual el dónde: un bar, en el trabajo, por un amigo en común, en Tinder. Whatever. El caso es que empezamos a quedar y obviamente no para hablar ni para jugar a las cartas (o sí, pero hacemos más cosas). Durante unas cuantas semanas tenemos sexo de fliparlo. Las cosas van bien y estoy cómoda, pero no quiero nada más. En ese momento llega lo que yo llamo “la conversación”.

El tío en cuestión dice:

“Verás, yo no quiero que te ilusiones porque no me interesa nada serio. Estoy muy bien tal y como estamos y no quiero cambiar nada.”

Yo estoy completamente de acuerdo. Estoy en un momento vital en el que lo último que me interesa es una relación seria, así que contesto:

“Me parece genial, yo tampoco quiero nada serio.”

Pues oye, yo no sé qué le pasa a los chavales que se transforman como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Pasan las semanas y sospechosamente empiezan a querer algo serio. ¿Por qué? No se sabe. Mi hipótesis es que quieren aquello que no pueden tener.

Lo siento por no enamorarme de ti en estas dos semanas que llevamos follisqueando, será que no tengo alma.

Y lo peor de todo es que los que más se encaprichan son los que te dan el más coñazo con lo de “tía no te pilles de mí que no quiero nada serio”. Entonces tú quedas como la cabrona que les rompió el corazón cuando los dos estabais de acuerdo en que queríais una relación de follamistad.

Y lo que más rabia me da es que las personas que no se enamoran en dos días son las que tienen la etiqueta de frías, rancias, malas o egoístas, pero lo que a mí me parece el culmen del egoísmo es responsabilizar a una persona de tus sentimientos y de tus cambios de opinión. Como véis, este asunto me cabrea lo más grande.

Llegados a este punto me entran ganas de pedir matrimonio a los tíos en la segunda cita para que huyan y no me den la brasa después de dejar claras nuestras intenciones. ¿Tan difícil es una relación sexual sin movidas? Como diría Alaska, no quiero más dramas en mi vida, solo comedias entretenidas -y algún que otro polvazo-.