Ahora que no estás tengo tantas cosas que decirte que no sé por dónde empezar.

Siempre escuché eso de “dile te quiero a quien quieres de verdad”, “Me echarás de menos cuando no esté”, y muchas frases de este estilo que pasan desapercibidas por nuestra mente, pero se clavan como puñales cuando ya no tienes oportunidad de hacerlo.

Desde que te fuiste, la vida ha perdido un poco de color, está incompleta porque faltas tú.

Ahora que no puedo decirte lo mucho que me haces falta, lo mucho que te quiero, o cuánto te echo de menos, vuelvo a esos recuerdos junto a ti en los que no te dije todo lo que sentía.

Ahora que te has marchado puedo recordar en la yema de los dedos el tacto de tu pelo, y en mi espalda tus abrazos, pero saber que ya no lo podré sentir me destroza por dentro.

Nunca te hice saber lo suficiente cuánto significabas para mí, que tu risa era la cura de mi tristeza y que la oscuridad no me daba miedo porque tú estabas para protegerme.

Echo tanto en falta tus consejos que ahora me pierdo y me cuesta más encontrarme. Cuando no sé qué camino tomar ya no puedo pedirte ayuda desesperada.

Nadie como tú sabía leerme, nadie podrá reponer el vacío que has dejado en mi interior, porque aunque la vida sigue, a ti no puedo superarte, sólo puedo sobrellevar tu ausencia.

Cada día que pasa sin ti me doy cuenta de las cosas que me perdí, de las veces que no te escuché, de los besos que no te di y de las palabras que nunca te dije.

 

Te llevo en cada poro de mi piel, en cada pensamiento y en cada decisión. Me encantaría poder contarte cómo está cambiando mi vida, me encantaría que pudieras vivirlo conmigo, pero ya no estás, y yo, sin ti, me siento muy pequeña.

Ojalá hubieras sabido lo grande que me has hecho, y que gracias a ti soy la persona que quiero ser. Ojalá pudieras estar a mi lado para abrazarme mientras te cuento que he tenido un buen día, y para intentar resolver el mundo conmigo.

Tengo miedo de olvidar tu voz, así que cada noche antes de dormir intento recordarla. No te voy a mentir, a veces se me olvida, pero sé que sabrás perdonarme, por esto y por tantas otras cosas.

Quizá eso sea lo peor de todo, que te fuiste sin habernos perdonado, aunque sé que en el momento en el que decidiste volar para convertirte en estrella, todos nuestros enfados y problemas quedaron en una anécdota divertida, como hacíamos siempre que nos enfadábamos.

Perdóname por cada segundo que te desperdicié, porque ahora daría la vida entera por volver a tener uno solo para decirte de nuevo lo mucho que te quiero, que te he querido y que te querré.

Sé que no querrías verme llorar por ti, pero tienes que entenderme, a fin de cuentas tú y yo siempre hemos estado a flor de piel.

Hace poco encontré nuestras fotos. Sé que nunca te gustaron, pero ahora es de las pocas cosas que me llevan a ti. Ya se ha ido tu olor, pero no sabía cómo conservarlo, así que simplemente lo retuve en la memoria, como todo lo demás.

Eres una de las personas que más me han enseñado en esta vida, y una gran parte de las cosas buenas que tengo te las debo a ti.

Siempre confiaste en mí, con los ojos cerrados, sin dudar ni un segundo, y siento no haber hecho lo mismo. Es ahora, que no estás, cuando lo entiendo. Cuánta razón tienen esas frases a las que nunca hacemos caso. Qué pena que sólo lo entendamos cuando ya no hay vuelta atrás.

Ahora, cuando miro al cielo a solas, sin ti, puedo verte brillar. Ahora tienes forma de estrella.

Te quiero, te amo, te adoro. Te todo.