Llevo tiempo fastidiada. Bueno… más bien estoy jodida. No voy a empezar a hacerme la fina a estas alturas de mi vida. Y he ido al médico para pillarme la baja. ¡Pues no va el tío y me dice que no me la da! Que tengo que estar trabajando para eso me dice. ¡Lo que yo quiero es la baja de madre! Le parecerá poco trabajo…

Porque ando con la espalda fatal. Y a mi vecino Luis le dieron la baja tres semanas por algo así. Pues a mí me dice que no. Así que me toca seguir cogiendo al peque en brazos las horas que haga falta al día.

También duermo de pena y luego me paso el día arrastrándome por la vida. Sé que al cuñado de mi amiga Mari le dieron la baja por estrés por lo mismo. Pero a mi nada. ¡Que duerma por el día me dice! Y a los niños los lleva al cole y a todas las extraescolares él, supongo.

¡Pero es que esto no es nuevo! Cuando pillé una gastroenteritis de caballo, que me podría haber mudado al váter tranquilamente para no perder tiempo en viajes a todo correr por el pasillo, nada. Me tocó llevarlos al cole como siempre. No he pasado tanto miedo, ni he apretado tanto el culo, en mi vida. 

Cuando me rompí la pierna y el brazo por resbalarme con el zumo que había tirado la cría al suelo (lo que clarísimamente es un accidente laborar de madre), nada. Llevar las muletas con una mano ya era complicado como para además añadirle una sillita de paseo. Del paraguas es que ya ni hablamos.

Con la gripe chunga-chunga que pasé un invierno, que no era persona, ni trapo, sino un ente que vagaba como podía con los ojos más hinchados que una bolla y la nariz más irritada que mi humor, nada. Las horas de parque en pleno invierno me vinieron bien para bajar la fiebre.

Ni con la operación de apendicitis… “Reposo y mucha tranquilidad” me dijeron. ¿¡PERO CÓMO?! ¡SI NO ME DAS LA BAJA DE MADRE!

También me operaron de una hernia. (Las tres frases anteriores nos sirven divinamente para este caso también).

Y es que el problema real es que a mí esto no me lo vendieron de esta manera. Cuando yo me quedé embarazada y empecé a tener molestias propias de la gestación y de mi proceso de empezar a ser madre, ¡ME DIERON LA BAJA! Entonces, ¿por qué ahora no? Me siento engañada. ¡PIDO EL LIBRO DE RECLAMACIONES! 

¡POR UNAS CONDICIONES JUSTAS DE MATERNIDAD!

(Y de las vacaciones… ya hablamos otro día).

Marta Toledo