El padre de la novia que me amenazó con un mal de ojo y se cumplió lo que dijo

Una extraña brujería. O se quizá se trató de una coincidencia de la hostia. Organizo bodas y la pandemia por coronavirus ha puesto mi sector patas arriba. El ocio nocturno y la hostelería hemos pillado por todos lados, con normativas que cambiaban cada semana y restricciones que nos impedían hacer nuestro trabajo. Comprensible, ojo, no estoy diciendo lo contrario; estábamos en una emergencia sanitaria mundial y había que adaptarse, el problema era transmitir cada cambio a nuestros clientes. 

Esta anécdota sucedió en el primer verano de la pandemia, con la «desescalada» y el regreso de las celebraciones. Nos encontramos con una pareja que se negaba a aceptar las restricciones impuestas por el Gobierno para evitar contagios por coronavirus de tipo uso de mascarillas, control de aforo y copa en mesa (sin pista de baile). Que no, que no y que no. 

Los novios habían hecho el pago de la reserva del día, una especie de fianza que no se devuelve, pero ellos decidieron cancelar el evento en la finca porque ellos querían saltarse las normas. Y yo, por política de empresa, no les podía devolver la pasta. Fue entonces cuando el padre de ella empezó con sus amenazas.

El padre de la novia: “Te quedarás sola, enferma, sin dinero y atraerás a la muerte”

Les comenté que la entrega a cuenta no se devolvía, que con mucho gusto lo hubiese hecho, pero que era una decisión que se escapaba de mi jurisprudencia. Normalmente, cierro la persiana de cara al público sobre las 19:30 horas, pero invierto una hora más trabajando a puerta cerrada. El padre de la novia lo sabía y esperó a que estuviese sola en la oficina para venirme a hacer una visita. Lo atendí con amabilidad, pero no tardó en lanzarme un sahumerio en otro idioma. Cuando regresó al español, me aseguró que me iba a quedar sola y sin dinero, que además enfermaría y que alguien de mi entorno iba a morir. 

Con la misma, se piró; a mí se me quedó un mal cuerpo que te cagas. 

Estaba divorciada, pero conviviendo con mi nueva pareja. También tengo una hija de treinta años y una nieta de dos, y mis padres son octogenarios. Sufrí por todos, aunque intenté olvidarme del asunto y seguir con mi vida; pero pronto empezaron a cumplirse las amenazas de este señor. 

Me quedé sola, enferma, sin dinero y mi tío murió

Al mes, mi pareja decidió marcharse de casa. Sin dar ningún motivo, cogió la puerta y hasta día de hoy. Además, de cara a nuestras amistades, mintió sobre las razones de nuestra separación: como que yo coartaba su libertad, que tenía un amante y no sé qué burradas más. Para rematarla, pillé el coronavirus y se complicó con una enfermedad pulmonar que padezco. Temí por mi vida, lo juro. En el hospital, mi jefa me comunicó que la empresa entraba en ERTE por la situación pandémica y me pasé hasta 3 meses sin cobrar por un error administrativa. Por último, mi tío, el más joven, apareció muerto con su cama.

Sola, enferma, sin dinero y con un familiar muerto. 

Él, recuperó el dinero; yo, mi vida

Una mañana, recibí una llamada del padre de la novia y me preguntó si ya tenía suficiente o quería más. Me recordó que él seguía reclamando el dinero de la fianza y que no iba a parar hasta que lo consiguiese. 

Hablé con mi jefa y le supliqué que le devolviese la pasta a esa gente. Me ofrecí incluso a ponerlo de mi bolsillo, solo quería recuperar mi vida. La gerente accedió y se les ingresó la fianza. A día de hoy, todo ha vuelto a la normalidad. 

Oye, y será o no verdad lo del mal de ojo, pero a mi jodió la vida. 

 

Anónimo

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