¡Bendito pijama!
Esa prenda de ropa con la que puedes sentir todo un abanico de emociones.
Nuestro gran traje de noche, ¡que se quiten los vestidos de gala!.

Pijama como concepto que abarca todo aquello que te pones para andar por casa y poder irte a la cama con él. No tienes que comprártelo con esa etiqueta, lo más probable es que la mayoría usemos una camiseta rota, una sudadera vieja y cualquier pantalón flojo de algodón que no te apriete las mollejas cuando te acurruques en el sofá.
Porque si el pijama es el hábito, el sofá será La Meca. Esa es la religión que practicamos.

Desde el más sexy al más andrajoso. Con nosotras en todas las estaciones del año, todas las noches (o días) de nuestra vida (que para algunos será su propia piel).

¿Quién no ha salido alguna vez de casa con el pijama por debajo de la ropa/abrigo para hacer un recado rápido?.

¿Y qué pasa con esa gente que anda en ropa de calle por casa?, ¿Por qué?, ¿De qué planeta venís y que queréis de nosotros?.

Llegar a casa después de un largo día de trabajo, desnudarte y volver a vestirte con tus mejores galas pijameras, que irán acorde a tu estado de ánimo.

Puede que hoy te sientas sexy y te pongas un camisón de infarto.
Puede que estés en plena regla y te pongas ese pijama mágico que te abraza y te hace sentir cómo como ninguna otra prenda lo hará.
O puede que hayas tenido un día agotador y necesites ese pijama tan tan tan cómodo y tan tan tan feo.
Porque reconozcámoslo; la comodidad será inversamente proporcional a la belleza del mismo. Vamos, que cuanto más feo el pijama, más a gustito estarás con él.

¡Y ojo a las amigas que queráis hacer planes con nosotras!
Ya podéis estar ávidas para cazarnos antes de enfundarnos nuestro uniforme casero, porque una vez empijamadas… No hay vuelta atrás, casi casi no hay plan que nos haga volver a adecentarnos para salir de casa (casi casi, porque una invitación a unas croquetas y una cerveza con amigas es quizás un plan aún más irresistible).

Que sí, que acabamos de vivir un momento en el que nos recomendaban no estar en casa todo el día en pijama, y con grandísimo esfuerzo lo conseguimos por aquello de no desquiciarnos (aunque algunos días sí lo hiciéramos, porque aún en confinamiento nos merecíamos días de empijamamiento y días de productividad cero, que son taaan necesarios para nuestra salud mental).

Pero ahora que volvemos poco a poco a la normalidad…
¡Qué gozada poder volver a sentir el placer de la liberación de las domingas de la opresión del sujetador, que ahora se ve incrementado con el placer de la liberación de las papadas de la opresión de las mascarillas!

Todos libres por nuestra morada con nuestro atuendo casero, dispuestos a leernos un buen libro, a hacer una maratón de series, a cocinar una buena receta, a estrenar ese electrodoméstico nuevo, a una larga sesión de videojuegos, o directamente a vaguear todo el día.
Cualquier plan que se pueda hacer en pijama es un gran plan.

Sexis, de verano, de franela, de puño, camisones, largos, cortos, riquiños, feos, caros, baratos, elegantes, horteras, nuevos, viejos…

Todos.
Sin vuestra compañía, el placer de estar en casa, no sería igual.
¡Larga vida al empijamamiento!

Marta Freire