¡Lo confieso! Soy una de esas personas que si le preguntabas hace unos años: y tú, ¿te tocas? Respondería con una inseguridad terrible. Y es que, amigas mías, qué alegría contaros lo bien que sienta liberarse de ese “delito” que la sociedad patriarcal nos hace creer. Se agrava tanto el asunto que hasta la masturbación femenina tiene la característica o las creencias asociadas de castración. Y a esas creencias, les damos respuesta:

Se debe dar espontáneamente

¿Perdona? Cuando me salga del chirri.

Con otra persona

¡Qué aburrido! 

Demasiada soledad

Soy mi fiel acompañante, ¿Okey?

Es algo “sucio”

Lo único que veo sucio por ahora es el océano repleto de mascarillas.

 

¿Te suenan? Librémonos de estas creencias porque nos guste o no somos seres sexuados y necesitamos transformarnos y vincularnos con nuestro cuerpo porque no todo parte desde el cerebro. No importa si tienes pareja o no; la masturbación es uno de los aspectos más importantes para conocerse y vincularse con una misma. 

No es de extrañar que muchas de nuestras abuelas censuren el temita de la masturbación y lo vean como un tabú poderoso. Sin embargo, muchas de mis amigas han confesado que en su infancia les dijeron: “eso no se hace” u “no se toca”. Por ello, no sorprende que, con el tiempo, nos sintamos limitadas esperando a Romeo para que nos de un buen meneo.

La buena noticia es que para tocarse el chirri: No hay edad. ¡Bingo! Pero, para qué mentir. Si no lo haces, te estás perdiendo una oportunidad muy especial para conocerte… y ya no tanto por llegar al esperado orgasmo. Si no, por disfrutar del proceso de masajearse el clítoris en círculos, en un sentido, al otro, a golpecitos… ¡Toc-Toc!

En mi opinión, me relaja encontrar la manera de masturbarme sin querer llegar al orgasmo como único objetivo. El disfrute personal se incrementa cuando no fuerzas la situación y te da por fantasear con Mariano Di Vaio, con personas a las que te has tirado, lugares más allá de tu habitación… Y, si estás en una relación actualmente, te diría que: está bien. Si ya lo hacen todo por ti: está bien. Pero no te olvides de explorar tu cuerpo y conocer cuáles son tus necesidades.

¿Acaso pensamos que tocarse el chirri consiste en darle un buen meneo a la pepita?

Igual sí, igual no. O, sin embargo, todo un abanico de posibilidades entran en juego como, por ejemplo, el olor de nuestros genitales o fluidos. Entonces, saboreamos nuestro propio espectáculo y solo nosotras decidimos como ambientarlo. 

Me gusta pensar que no todas las mujeres tenemos que seguir el mismo protocolo, por ello, juguemos. Pongámonos de rodillas, atrévete a levantar tu pierna, mira el color de tus labios, la forma, observa o ¡toca!

Prepárate una ducha y al lío con la alcachofa, paséate por casa desnuda y juega a ser tu propia actriz en pantalla.  En tu proceso, encontrarás placer en lo desconocido, en aquello que creías que no te iba a excitar y al final sí.  Porque descubrir nuestros placeres, nuestra sensorialidad o conocer cómo se comporta tu cuerpo cuando quiere erotizarse forma parte de tu estudio.

¡Que vivan los chirris hermanas!

Yaiza Escobar