DICEN QUE EL PRIMER AMOR NO SIEMPRE LLEGA EN ORDEN, YO ESTOY SEGURA QUE EL PRIMER POLVO, TAMPOCO

 

Ya que lo mío no tiene arreglo, muchas veces hablando con mis amigas les digo que ojalá a mi sobrina no le pase como a mí, y pierda la virginidad con quien le excite tanto que se vuelva loca, aunque no lo conozca de nada y haya muchas probabilidades de que no lo vuelva a ver más.  Que use condón y que disfrute. 

Que ojalá no tenga la cabeza llena de tonterías, que no espere a hacerlo con la pareja estable que supuestamente querrá un montón y será todo super romántico.  Que no espere a ningún príncipe azul porque no existen, y que lo haga en cuanto DESEE a alguien.  Que amor y sexo son dos cosas completamente diferentes y no sé si por suerte o por desgracia, no siempre van de la mano.

El amor es quizás más difícil de identificar, pero el deseo yo creo que todos lo tenemos claro. El deseo es sonrisa, es morderse el labio, es brillo en los ojos, son ganas. El deseo es que se te aceleren la respiración y el pulso. Es instinto, es química, testosterona en estado puro, lubricación, lujuria, morbo, imaginación. GANAS. El deseo es una puta pasada.

Después de morirme de deseo varias veces y no hacerlo por miedo, yo perdí la virginidad con una pareja estable que supuestamente quería un montón. La experiencia fue tan mierder que no recuerdo ni el día exacto (y soy de las que recuerda las fechas exactas de todos los besos y polvos memorables que vinieron después y con quien).

Lo que si recuerdo con una nitidez que mete miedo es que nos habíamos metido mano varias veces y habíamos tenido sexo oral, pero lo del folleteo se nos resistía. Los dos éramos vírgenes.  Recuerdo ponerme tan tensa que dolía, le recuerdo a él tan nervioso que no sé ni cómo se le levantaba. No entraba, resbalaba, chocaba con todo, ¿entró ya? no lo sé, yo no noto nada.  Venga bah, lo dejamos estar ¿qué más da?

Llegó un momento en que evitaba el sexo como si fuese el puto diablo.  Prefería ser virgen eternamente antes que volver a pasar por aquel calvario, aquella frustración.

Y un día entró, supongo que por aburrimiento. No sentí nada, ni dolor, ni placer, sólo alivio, por fin me había quitado el mochuelo de encima, pero ni el supuesto amor, ni los besos, suplieron al deseo con que me gustaría recordar mi primera vez.

Así que con los años, elegí recordar mi primera vez, como antes había elegido recordar mi primer beso: el primero que me gustó y disfruté de verdad. 

Ojalá mi sobrina recuerde siempre su primera vez mordiéndose el labio, muerta de deseo.

 

La vetusta bloguera