Pues no, no me cambió la vida. Puede que me haya dado unos orgasmos increíbles, puede que me haya hecho un gran apaño en momentos de desesperación porque se te echa el tiempo encima y tenía la cabeza en otra parte y no a lo que estaba con mi pareja, pero mi vida es exactamente la misma.

He leído historias de grandes cambios personales, de tremendos giros vitales gracias a la adquisición de un succionador y, sinceramente, se nos está yendo de las manos. Vamos a ver, no voy a negar que me haya dejado alucinada la primera vez (o quizá las tropecientas siguientes también), ni que se lo haya recomendado a todas las mujeres de mi entorno porque a mi me ha encantado, pero creo que atribuirle el poder de despertar en tu interior cualquier cosa que no sean unos cuantos instantes de placer, es pasarse ya.

Quizá el problema es que nos hemos pasado tanto tiempo negándonos el derecho al placer, sobre todo al autoplacer; nos negamos el derecho a disfrutar, a expresar deseo y gozo, que ahora un aparato que te puede proporcionar un placer bastante tocho en muy poco tiempo y con cero esfuerzo por tu parte (ni por parte de tu pareja en caso de utilizarlo con otra persona que, en caso de ser un hombre, estará encantado de verte retorcerte sin mover un dedo, literalmente) ya nos parece que estamos haciendo la reivindicación de nuestras vidas.

Surge de repente la palabra “empoderamiento” de la boca de mis conocidas más rancias que poco antes decían que empoderarse era hacerse bien el eyeliner. Aparece sobre la mesa el tema de la masturbación en conversaciones no tan íntimas (si, como han hecho los chicos toda la vida, pero sin medirnos el clítoris a ver quien lo tiene más grande), sin embargo nadie se atreve a mencionar un dildo clásico o cualquier otro estimulador, solamente está bien aceptado abandonarnos al placer por nosotras mismas si es un aparato con una tecnología inimitable por el cuerpo humano el que manejamos.

Si, me compré un succionador. También lo regalé y lo recomendé. Si se me estropea, me compraré otro, seguro. Pero mi vida, lo siento mucho, es la misma. Sigo viendo en el sexo con mi pareja un momento de conexión emocional superior al puro placer exprés. Alguna vez lo usamos juntos, alguna vez lo uso estando sola, pero estoy muy lejos de todas esas personas que dicen estar sufriendo “los efectos secundarios” a largo plazo. A ver, os lo explico de otra forma: el brócoli es una verdura muy sana y completa, pero si nos atiborramos de brócoli durante un mes, es probable que acabemos teniendo algún problema de salud en relación a esto.

Quiero decir, que tener un orgasmo muy intenso, muy rápido y de una forma mecánica es maravilloso, pero no hay que darle muchas vueltas para adivinar que si te enganchas eso ahí tres veces al día durante meses, es probable que algo le pase a tu clítoris y a tus receptores del placer. Hablan de resistencia al orgasmo, de falta de sensibilidad. Vamos, chicas, que todas sabemos que una de las cosas que más molan de una chocolatina es que no te la vas a comer a todas horas, solamente en algún momento especial. Tócate estando sola, y si necesitas juguetes, úsalos, que hoy en día el catálogo es infinito, pero uses el que uses, varía un poco. La monotonía no sólo acabó con Piqué y Shakira, puede acabar también con la historia de desenfreno que tienes con tu Satis, y no queremos eso, queremos seguir teniendo esa sorpresa preparada en el cajón cuando sea necesario.
En conclusión: Si, me ha llevado a otro nivel, pero no, no me ha cambiado la vida.

Luna Purple.