España, tercera en Eurovisión… ¿y ahora qué? 

Chanelazo, nenas, Chanelazo. Servidora, eurofan empedernida desde el año de Rosa de España (aunque tengo recuerdos vagos de empezar a darle importancia un poco antes) lo vivió como cabría esperar. Tele para mí. Pizzas bien ricas. Toda mi atención en el evento del año. 

Y no creáis que lo vivo tan a tope exclusivamente esa noche. No, no, no. Yo me lo voy cogiendo con ganas desde que se pronuncia la palabra “Eurovisión” meses antes, cuando empieza a hablarse de las primeras candidaturas. Son meses de cruzar dedos para que vaya este o aquel, de revisar lo que dicen las casas de apuestas, de andar al día de cada eurodrama, de mirar Youtube una y otra vez para ver cómo van las reproducciones. Y más este año. Porque nena, yo te confieso que era del Team Tanxugueiras cuando el Benidorm Fest, pero si gana Chanel, pues a tope con Chanel. 

 Cuando llega el día de Eurovisión, mis amistades y familia saben que no estoy para nadie. Que si me dices de salir, me voy a poner muy malita ese día. Así, de casualidad. O voy a tener que regar las plantas así llueva a mares. O lavarle los dientes al periquito. Vamos, que no, que no me busques porque no me vas a encontrar. Bueno sí, encerrada en casa viendo la tele. No vas a poder con el enemigo del eurofanatismo, así que únete a él. Porque es el único plan que te voy a aceptar: ver Eurovisión. 

Lo dicho, hemos conseguido el mejor resultado en 27 años. Después de mucho curro por parte de Chanel y muchas ansias por la mía, lo petamos. Y ahora lanzo pregunta… ¿y ahora yo qué hago con mi vida? Porque tengo un no sé qué así por dentro… Vacío existencial, siento un enorme vacío existencial. 

Como cuando se acaba una serie a la que estabas enganchadísima. O un libro. Como cuando se acabó la saga de Harry Potter, con esa última escena en el andén 9 y ¾ , con los protagonistas ya adultos. Tú sabes que puedes volver a ver esa serie, esa peli o leer de nuevo ese libro. Pero no es lo mismo. Dentro de ti, ya te has despedido de “ese algo” que ha formado parte de tu vida durante un tiempo. 

¿Cómo me despido yo ahora definitivamente de Eurovisión 2022? ¿Y de Chanel? Y lo más importante: ¿con qué narices procrastino yo ahora? Porque esto es como un síndrome post-vacacional. Exacto, esto se llama síndrome post-eurovisivo. La burbuja del brilli brilli, los focos y el bailoteo ha explotado y hay que volver a las obligaciones. 

Ya no hay distracciones. Vaya, que todo ese tiempo que he dedicado a mi noche favorita del año ahora lo voy a tener que dedicar a retomar los estudios de idiomas o hacer algún deporte, que ya no recuerdo ni lo que era eso. Y voy a tener que dar señales de vida a esa familia y a esos amigos que he abandonado durante una noche con las peores excusas posibles. Voy a tener que dejarles claro que no es personal, que les quiero mucho… Pero antes serle infiel y desleal a un ser humano que a Eurovisión. 

Pero hoy no, que estoy de resaca emocional. Voy a hacerme bolita en el sofá y a comer helado a kilos, mientras voy haciéndome a la idea de que la vida sigue. Muy aburrida ella, pero sigue.

Mia Shekmet