Mucho se habla del trío de Chrises (Chris Pratt, Chris Evans y Chris Hemsworth), de Fassbender. de Hugo Silva o de los Vikingos buenorros de HBO, ¿pero qué pasa con los actores clásicos que sentaron precedentes para la nueva generación de tíos macizos? Esos gentlemen que nos ponen el pussy como un jacuzzi incluso en blanco y negro también se merecen un artículo de empotradores, así que he aquí una recopilación de pibonacos clásicos para que reconectes con los instintos sexuales de tu abuela, que seguro que también daba palmas con la parrusa por esta panda de señores.

1. Marlon Brando

El clásico, el inigualable, el creador de los tíos buenos, el hombre que no necesita que le retoquen los abdominales a ordenador porque pa’ qué si ya es un paibon de la life.

Con esos brazos yo partiría nueces, ahí lo dejo.

2. Montgomery Clift

El empotrador olvidado de Hollywood. ¡QUÉ OJAZOS, MAE MÍA!

Es un señor camaleónico. Te da igual con chupa de cuero que en traje, que tú le dabas un meneo igualmente.

3. James Dean

James Dean es un mito erótico, y sino explicadme por qué hay un actor porno que se ha puesto su nombre (tiran un aire, la verdad sea dicha). ¿Os imagináis a un pornstar llamado Paco Martínez Soria? Pues no, porque no vende. En cambio, con James Dean la cosa cambia…

Es el rebel empotrator, el que te mira y te desmonta, el que te da lo tuyo y lo de tu prima en los baños de un bar.

4. Clark Gable

El único señor con bigote al que le haría un apaño. Lo bueno es que cuando Clark Gable nos dejó, los dioses dijeron «vamos a robarle demasiado buenorrismo al mundo», así que hicieron un copia y pega y crearon a George Clooney.

5. Cary Grant

Otro pibonaco infravalorado que se merece su puesto en el top de empotradores clásicos es Cary Grant. Si a día de hoy nos pone perracas ver a un tío fumar, es porque este hombre hizo que ese gesto se convirtiese en algo sexy.

6. Paul Newman

Es guapo. Es sexy. Es un truhan, es un señor. Es el hombre que te gustaría llevar a tu casa para presentárselo a tus padres. Es el empotrador que hace que tires las bragas al techo y se queden pegadas. Es el culmen de la perfección.

Llévame dónde quieras.

¿A quién meterías tú en esta lista?